viernes, 26 de julio de 2013

CAPITULO 4






Para sorpresa de Lali, Agustín pareció decepcionado por tener que dejar a su
nuevo amigo. Llevaba semanas excitado por la idea del campamento. Sin embargo en
aquel momento parecía no importarle su viaje.
—¿Puedo quedarme y charlar un poquito más con el príncipe? —preguntó Agustín .
—¿Cuánto tiempo vas a estar en ese campamento? —le preguntó Peter.
—Dos semanas —contestó Lali por su hijo—. Seguramente te habrás ido...
—Te prometo que estaré aquí cuando regreses —dijo Peter al niño.
Agustín sonrió, con el mismo hoyuelo izquierdo que se le formaba al padre,
confirmando más su parentesco.
—¿Puedo montar en tu coche cuando vuelva?
—Sí, por supuesto.
Lali llevó al niño hacia la puerta.
—Vamos.
—Lali... Una cosa más —dijo Peter por detrás.
—¿Qué?
—Estaré aquí cuando vuelvas.
Exactamente lo que Agustín había esperado durante años y lo que más temía en
aquel momento.
Peter había visto muchas maravillas del mundo. Pero ninguna era comparable con
su hijo.
Peter se sentó en silencio. No le quedaba más que aferrarse a la esperanza de
poder recuperar los años perdidos y poder compartir las experiencias venideras con su
hijo. Pero eso no era posible. No alcanzarían las horas para compensar el tiempo
perdido.
—¿Estás bien, Peter?
Peter alzó la vista del café y miró los ojos de Julia.
—Todo lo bien que se puede estar.
—Supongo que el descubrir lo del niño es un shock para ti.
—Sabía de su existencia antes de venir.
—¿Lo sabías? —preguntó Julia, sorprendida.
—¿No te ha dicho Lali que hablamos anoche, después de la subasta?
—preguntó Peter.
—No, no me lo ha dicho. Sólo me dijo que un hombre había pagado un montón de
dinero para que ella entrenase a su caballo.
—Ese era yo. Un precio bajo por la oportunidad de conocer a mi hijo.
Y la oportunidad de que Lali estuviera cerca, aunque sólo fuese poco tiempo.
Tal vez él se estuviera torturando de algún modo, sabiendo que jamás podría tocarla,
que no podría abrazarla, ni volvería a hacer el amor con ella. Algunas cosas no habían
cambiado con el transcurso del tiempo.
—¿Cuánto tiempo hace que lo sabes? —preguntó Julia.
—Lo descubrí hace unos meses. Tenía a alguien que investigaba la vida de
Lali. No sabía seguro que era hijo mío hasta que hablé con ella anoche.
—¿Lali admitió que tú eras su padre?
—No, pero lo deduje por su edad y por algunas cosas que me dijo. Y después de
haberlo visto no tengo ninguna duda —Peter puso la taza a un lado y se echó hacia atrás
en la silla—. ¿Cuánto hace que lo sabes?
Julia suspiró.
—Después de la muerte de Daniel, me di cuenta de que pasaba algo con Lali, algo
más que la pérdida de su hermano. Después de insistirle, terminó confesándome que
estaba embarazada. Intentó convencerme de que había estado con un chico, pero
cuando nació Agustín, estuve segura de que era tuyo.
Peter sintió la punzada de la culpa en su vientre.
—Fue la noche en que murió Daniel. Encontramos consuelo el uno en el otro... Nunca
antes había sido tan inconsciente... Sé que eso no lo justifica, pero quiero que sepas
que yo jamás tuve intención de que sucediera.
—Sé que no quisiste que ocurriese. También sé que Lali puso los ojos en ti
desde el mismo momento en que entraste en casa. Y si a eso se agrega el dolor por la
muerte de Daniel, no me extraña que sucediera.
—Eso no disculpa mi comportamiento, el que no la protegiera. No debí permitir
que sucediera.
Julia se inclinó hacia adelante y puso una mano en el brazo de Peter.
—Es demasiado tarde para preocuparse por lo que deberías haber hecho. La
cuestión es qué harás ahora.
Peter sabía lo que quería hacer. También sabía lo que no podía hacer. No podía
involucrarse en una relación con Lali nuevamente sabiendo lo que le esperaba a su
regreso a casa. Tampoco podía abandonar a su hijo.
—Me gustaría tomarme el mes que voy estar aquí para conocer a mi hijo.
Julia frunció el ceño.
—¿O sea que vas a intentar comprimir seis años en cuatro semanas?
—Supongo... También quiero establecer un fideicomiso para estar seguro de que
sus necesidades son satisfechas.
Julia lo miró.
—Quiero que te quede clara una cosa, señor jeque. Lali ha trabajado como una
fiera para satisfacer las necesidades del niño. Después de que se terminase el dinero
del seguro de vida, el año pasado, ha trabajado con caballos que nadie quería entrenar,
con el riesgo de sufrir daño, o algo peor, con el solo fin de pagar las facturas y de
traer comida a la mesa. Yo he hecho mi parte también, y te puedo asegurar que Agustín
ha sido un niño feliz, excepto por su diabetes.
—¿Diabetes? —preguntó Peter, aterrorizado.
—Sí. Supongo que Lali no se ha molestado en contártelo. El campamento al que
va a asistir es un programa de verano para niños diabéticos. Lali tenía miedo de
dejarlo ir, pero ha llegado a la conclusión de que le hará muy bien.
—¿Cuánto tiempo hace que tiene diabetes?
—Se la diagnosticaron hace poco más de un año. Pero está bien después de haber
tenido algunos contratiempos. Es un pequeño gran jinete, te lo advierto.
Peter sintió pena por su hijo, y deseo de borrarle esa pena...
—Si lo hubiera sabido, habría hecho más. Lo habría enviado a los mejores
médicos, a los mejores hospitales.
—Eso no habría cambiado las cosas, Peter. Le ha tocado padecer esta
enfermedad. Sólo podemos rogar que encuentren la cura algún día. Mientras tanto,
queremos tratarlo como a un niño normal. O al menos, eso intentamos. Lali es muy
sobreprotectora.
Él lo había notado.
—Con mi dinero podría tener más libertad económica.
—No te aceptará el dinero.
—No me lo rechazará si sabe que es por el bien de nuestro hijo.
—Es posible. Pero le has hecho mucho daño desapareciendo de la faz de la tierra,
y cortando todo contacto con ella. No sé cómo vas a manejar ese asunto.
Peter tampoco, pero lo intentaría.
—Si podemos hablar un poco más, espero que podamos llegar a un acuerdo.
Julia miró la taza y se quedó pensativa.
—Bien. Así que quieres compartir un tiempo con Agustin. Es una buena idea. Pero
tendrías que estar cerca. A mi modo de ver, tendrías que venir a vivir aquí, con
nosotros.


miércoles, 24 de julio de 2013

CAPITULO 3

                               
                                                        LA UNICA MUJER

Desde su regreso a Barak había hecho que su guardaespaldas y confidente, Kiko, siguiera el rastro de la vida de Lali. Pero hacía unos meses, cuando tenía
planeado viajar a los Estados Unidos, Kiko le había revelado finalmente que Andrea
tenía un hijo de seis años. Daba igual lo que le había dicho Lali aquella noche. Peter
sabía que el niño era suyo. Coincidían demasiado las fechas para no serlo. Tenía
intención de probarlo y de ocuparse de que el niño tuviera todo lo que necesitase,
aunque no pudiera reclamarlo, ni a él ni a Lali.
No podía prometer nada a Lali, sólo darles todo lo que necesitaran. Jamás
podría decirle todas las cosas que sentía como hombre. No podía contarle las veces
que había estado a punto de renunciar a sus riquezas, a su herencia, para volver a
estar con ella. Jamás sabría que no había pasado un solo día en que no hubiera pensado
en ella, que no la hubiera añorado.
Era el Jeque Peter Lanzani, hijo primogénito del rey de Barak, heredero de su
padre, y estaba unido a su familia, a su país, por el deber. Y atado a un matrimonio por
conveniencia con una mujer que jamás había tocado. Una mujer a la que jamás iba a
amar. Porque su corazón siempre había sido y sería de una mujer que no podría tener: Lali Esposito.


—¡Mamá! ¡Hay un coche negro muy grande en la puerta!
 Lali se quedó helada. Llevaba en las manos la ropa que su hijo iba a llevar al
campamento de verano. Había tenido la esperanza de que aquello no sucediera aquel
día. Había esperado que Peter no se pusiera en contacto con ella hasta el día siguiente.
¡Si al menos hubiera sacado a Agustin de la casa, habría podido evitar aquella escena!
—Quítate de la ventana, Aguntin.
—¿Por qué, mamá? —el niño se dio la vuelta, confuso.
—Porque no es agradable mirar a los extraños, por eso.
Agustin no le hizo caso y siguió mirando por la ventana.
—Tiene una toalla en la cabeza y lo acompaña un hombre muy grande.
—Agustin Daniel Esposito, ven aquí ahora mismo, y ayúdame a juntar tus
cosas, si no, perderás el autobús.
Con un suspiro, el niño se dio la vuelta y la siguió.
—Sólo quiero mirarlo.
Y ella era lo que menos quería. Prefería que su hijo se marchase al campamento
primero. Luego se ocuparía de las preguntas, o exigencias, que pudiera haber.
—Mete el cepillo de dientes en la bolsa con las medicinas. Luego elige algunos
libros y asegúrate de que llevas papel para escribir a casa.
—¿Luego puedo conocerlo?
—Hoy, no. No sé qué quiere. Seguramente se marchará antes de que termines de
hacer las maletas.
—Me daré prisa —Agustin salió de la habitación.
Se alegró de que fuera al cuarto de baño del pasillo y no al de abajo.
Tocaron el timbre.
—Iré yo —se oyó desde abajo.
—Iré yo, Julia —gritó a su tía, con la esperanza de detenerla—. Yo...
—¡Dios santo, Peter!
Demasiado tarde. Debía de haber advertido a Julia que tendrían visita y quién
sería exactamente.
 Lali bajó lentamente las escaleras. Abajo estaban su tía, el guardaespaldas, y el
padre de su hijo.
 Julia miró a Lali.
—¡Mira quién ha venido! Lali, es nuestro Peter.
Nuestro. ¡Qué raro sonaba en aquel momento! Así lo habían llamado hacía años.
Pero no era su Peter. Excepto aquella noche, nunca lo había sido, ni lo sería. Lalii forzó una sonrisa y habló con los dientes apretados.
—Pensé que llamarías primero.
—¿Y que estuvieras sobre aviso?
—¿Qué es esa bata que llevas? —preguntó Julia, indicando su túnica.
—Mi camisa de fuerza, me temo.
—No pareces loco —dijo Julia—. ¡Se te ve muy bien! Y ahora ven aquí y dame un
abrazo. Peter abrazó a Julia, alzándola en el aire. Una vez que la volvió a dejar en el suelo,
preguntó:
—No estarás haciendo café de esos que hacías, ¿verdad?
Julia le sonrió.
—Sabes que siempre tengo puesta el agua. Ven a la cocina y siéntate un rato.
El guardaespaldas permaneció en la puerta mientras Lali seguía a Julia y a Peter.
Cuando llegaron al office, Julia le sirvió una taza de café y dijo:
—Voy a subir a ver qué hace el niño. Vosotros dos podéis charlar.
Dejó a Lali sola frente a su pasado.
Peter movió la silla y la puso de espaldas al ventanal, el lugar donde solía ponerse
en las cenas familiares.
Lali no quiso sentarse, y lamentó lo cómodo que se había puesto Peter, como si
fuera a quedarse un rato largo. Y parecía realmente cómodo, como si nunca se hubiera
marchado. Pero lo había hecho. No podía creer que Julia lo hubiera recibido como si
sólo hubieran pasado unas semanas desde su marcha, como si nada hubiera cambiado.
Cuando todo era diferente.
Pero Julia siempre había querido a Peter, tanto como había querido a Daniel y quería
a Lali. Como quería a Agustin.
—¿Mamá?
Lali dirigió la mirada a la puerta. Su hijo estaba de pie, mirando a aquel hombre
que le llamaba tanto la atención. No se veía a Peter, lo que la llevó a pensar que su tía
tenía algo que ver con la espontánea presentación de padre e hijo.
 Lali no sabía qué hacer, qué decir. Pero si no actuaba con naturalidad, Agustin se
daría cuenta de que sucedía algo. Y no quería asustarlo.
Lali le dio la mano.
—Ven, cariño —le dijo.
Cuando Agustin se acercó le dijo:
—Corazón, este es el señor Lanzani.
Peter se puso de pie, y Lali notó inmediatamente la fascinación en sus ojos, la
innegable emoción que sentía mientras miraba a su hijo. Con aquel cabello negro grueso
y esos ojos color café, era la viva imagen de su padre. Era inútil seguir negándolo.
—Soy Peter—dijo Peter, por fin, sonriendo al niño—. Y puedes llamarme Peter.
Chance abrió la boca, sorprendido.
—Se llama como yo, quiero decir, lo de Peter. Yo me llamo Agustin Pedro Damian Esposito. La tía Julia a veces me llama «cosita» —dijo, como si le desagradara.
—Tienes un nombre con mucha personalidad —Peter sólo miró a Lalide reojo, y
volvió la atención a su hijo.
Ella notó nuevamente el brillo de arrepentimiento y de tristeza en su mirada.
Pero Lali decidió que no podía conmoverse por aquello. Por el bien de su hijo.
Julia volvió a aparecer en la cocina.
—¡No te asustes, cosita! Dale la mano al señor. Es un viejo amigo.
Agustin miró a Lali. Ella asintió en señal de aprobación. Entonces el niño se
acercó a su padre y le dio la mano. La sonrisa de Peter demostró lo orgulloso que
estaba. Lali no podía culparlo. Ella había sentido aquello por su hijo desde el día en
que había nacido.
Después del saludo, Agustin preguntó:
—¿Qué es eso que llevas en la cabeza?
—Es un kaffiyeh —respondió Peter.
—¿Para qué es?
—Es parte de mi ropa oficial. Vengo de un país muy lejano. Soy un jeque.
—Bueno, ¡quién lo hubiera dicho! —murmuró Julia.
—¿Y eso qué es? —preguntó Agustin, sorprendido.
—Un príncipe —afirmó Lali, aliviada de que Peter no le hubiera dicho al niño que
era su padre.
—¿Como El Principito? —preguntó el niño.
—Más bien como «Aladdin» —explicó su madre.
—¡Oh! —miró a Peter detenidamente—. ¿Tienes una alfombra mágica?
Peter se rió. Aquella risa despertó aún más los recuerdos de Lali.
—Me temo que no tengo alfombra mágica.
—Sólo un coche negro muy grande —dijo Agustin, aparentemente decepcionado.
 Lali tomó la mano de su hijo decidida a sacarlo de allí antes de que hiciera más
preguntas.
—Cariño, es hora de que te marches al campamento. Si no nos marchamos,
perderás el autobús.

martes, 23 de julio de 2013

CAPITULO 2


                                                    LA ÚNICA MUJER


—Hace mucho que nadie me llama así —hizo un gesto hacia un pequeño bar que
había a su izquierda—. ¿Quieres beber algo?
¿Algo para beber? ¿Pensaba aparecer así de nuevo en su vida, como si no hubiera
pasado nada?
Lali se alegró de que aquello le produjera semejante rabia.
—No. No quiero beber nada. Quiero saber por qué estás aquí. No sé nada de ti
desde el funeral de Daniel.
Él desvió la mirada.
—Era necesario, Lali. Tenía obligaciones con mi país.
Y ninguna con ella, pensó Lali.
—¿Por qué no me dijiste que eras un jeque?
—Eso daba igual, ¿no crees? ¿Habrías comprendido lo que supone eso? —le clavó
la mirada.
Probablemente, no. Tampoco el hecho de que él hubiera desaparecido sin una
explicación.
—Entonces, ¿por qué has vuelto?
—Porque no podía dejar pasar un día más sin verte.
Lali juró por dentro ante su reacción al oír aquellas palabras halagadoras.
—Bueno, es estupendo. ¿Y qué pensabas hacer después de tanto tiempo?
Peter se quitó la túnica que lo distinguía como un miembro de la realeza y la dejó a
un lado. Se quedó con una camisa blanca y un pantalón negro.
Lali no pudo reprimir admirar sus anchos hombros y el vello negro que le
asomaba en el pecho de su camisa. El joven había dado paso a un hombre muy
atractivo. Y ella haría bien en ignorarlo, se dijo, no pudiendo evitar la reacción
traicionera de su cuerpo.
Peter se rascó la mejilla y dijo:
—Necesito saber si lo que he descubierto es verdad.
Lali sintió una punzada de miedo.
—¿El qué?
—Sé que has tenido que trabajar duro con la granja, y que apenas has podido
mantenerte. Varias veces a lo largo de los años pensé en ofrecerte ayuda económica,
pero pensé que tu orgullo no te permitiría aceptarla.
Lali se sintió aliviada. Tal vez no supiera todo.
—Tienes razón. No necesito tu ayuda, ni económica ni de ningún tipo.
—¿Estás segura de eso,Lali?
—Sí. Me arreglo bien.
—Pero no te has casado nunca.
—No tengo interés en encontrar marido.
En realidad, nadie había igualado a Peter Lanzani. Nadie había producido ese
efecto en ella.
Para olvidarle, muchas veces se había dicho que habían sido sólo fantasías de
adolescencia. Pero no había logrado olvidarle. Y ahora que lo volvía a ver volvía a sentir
el dolor de la imposibilidad de borrarlo de su corazón.
Y el saber quién era, qué era, sólo confirmaba la imposibilidad de formar parte
de su mundo.
—Tengo otra pregunta.
Lali sintió miedo.
—Si tiene que ver con el pasado, no me interesa. Está terminado.
—No está terminado, Lali, aunque quieras que lo esté.
El tono de su voz, en el límite de la rabia, hizo que Lali deseara apartar los
ojos de él. Pero no pudo.
—¿Cómo está tu hijo? —preguntó Peter.
Lali volvió a sentir miedo.
—¿Cómo has sabido de él?
—Tengo los medios para averiguar cualquier cosa de cualquier persona.
¡Maldita arrogancia!, pensó ella.
—Mi hijo está bien, gracias.
—¿Y su padre?
El terror le quitó la respiración.
—Es mi hijo. Sólo mío.
—Tiene que tener un padre, Lali.
—No, no lo tiene. Su padre no está en escena. Nunca lo ha estado.
—Entonces es mío, ¿no?
¡Oh, Dios! ¿Qué iba a hacer ahora?
—Cree lo que quieras. Esta conversación está terminada.
—No lo está.
—¿Qué quieres de mí?
—Quiero saber por qué nunca me has dicho nada sobre él.
Ella dejó escapar una risa forzada para disimular su ansiedad.
—¿Y cómo habría podido hacerlo? Tú desapareciste sin dejar ningún número de
teléfono, sin forma de poder ponerse en contacto contigo.
—Entonces, ¿admites que soy su padre?
—No admito nada. Lo que digo es que no importa, jeque Lanzani. No importa nada
de esto. El pasado es pasado. No quiero desenterrarlo.
—No importa lo que queramos tú y yo, Lali. Lo que importa es nuestro hijo.
Estoy decidido a enmendar esto. Si no ahora, más tarde. Pronto.
Lali abrió la puerta e intentó salir. Pero él le agarró la mano y le dijo:
—Estaremos en contacto.
Ella vio un rastro de tristeza en su expresión, algo que sólo había visto una vez.
Pero enseguida desapareció esa expresión de vulnerabilidad y sus ojos volvieron
a destilar misterio.
Peter dio vuelta su mano y acarició su palma con un dedo. Ella recordó aquella
noche, cuando sus expertas caricias le habían hecho rogarle que no parase.
Lali quitó la mano y corrió a su camioneta.
Huyó del pánico de que quisiera quitarle a su hijo y del amor por él, que jamás
había muerto.
Pero en su corazón sabía que no podría escapar de él, aunque la volviera a dejar.
Peter Lanzani se sentó en la oscuridad, rodeado del lujo que siempre había
tenido. Necesitaba una copa.
Pero no quería ceder al alcohol, en aquel momento en que necesitaba pensar con
claridad.
En realidad no probaba el alcohol desde aquella fatídica noche, en que había
cometido dos errores imperdonables.
Aun después de todo aquel tiempo, no había logrado escapar al sentimiento de
culpabilidad por la muerte de su amigo. Se había dado cuenta demasiado tarde de que
tendría que haber impedido que Daniel bebiera tanto en la fiesta de graduación. Pero no
lo había hecho, porque su amigo se había merecido aquella libertad, después de la gran
responsabilidad que había tenido que asumir después de la muerte de su padre. Aquello
había costado la vida de Daniel. Y Peter aún pagaba el precio de su falta de juicio.
¡Si al menos no hubiera ido a Lali, después de marcharse del hospital,
sabiendo que su hermano no había sobrevivido! Si al menos hubiera esperado hasta el
amanecer, en lugar de seguirla al estanque donde ella solía ir a pensar, y donde aquella
noche había ido a llorar...
Si al menos hubiera recordado que sólo era una muchacha que estaba sufriendo
un gran dolor y que necesitaba que la consolasen.
Haber cedido a ese deseo había sido su segundo error. No había tenido la fuerza
necesaria para resistirse a ella; quizás por la propia necesidad de olvidar, o quizás
porque ella siempre había sido su mayor debilidad.
Y lo seguía siendo.
Se había dado cuenta en cuanto la había vuelto a ver allí, de pie frente a la masa
de gente, con un vestido negro que se ajustaba a sus curvas. Había parecido orgullosa
al principio. Pero luego, a medida que pasaba el tiempo y que nadie hacía una oferta
decente, había parecido desanimarse, razón por la cual se había decidido
espontáneamente a remediarlo.
Echó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos. Las imágenes de Lali le quemaban
en la mente. Un ardor que no había cesado desde que la había dejado, el día en que
habían enterrado a su hermano. Y aunque había intentado olvidarle, no había podido.
El tiempo y la distancia no habían servido de nada, algo que internamente había
sabido desde siempre.
Sus ojos seguían siendo azules, su cabello, rojizo con mechones dorados, del
color de la puesta de sol en el desierto... Suponía que debía de seguir teniendo un
espíritu libre, una intensa pasión por la vida, un corazón fuerte, atributos que lo
habían atraído hacia ella desde el principio. Cualidades que aún admiraba. Sin embargo,
había intuido desafío en ella cuando había entrado en el coche, incluso odio. No podía
culparla. A veces, él se odiaba también. Se había entregado al deber, perdiendo su honor
en el proceso, no enfrentándose a sus fallos.

lunes, 22 de julio de 2013

CAPITULO 1

                                                           




                                                       LA ÚNICA MUJER

-Y ahora, veamos, ¿quien hace la primera oferta por esta pequeña dama?
Lali Esposito se movió nerviosamente en la plataforma situada en el impresionante ruedo de la Granja Winwood. Llevaba puesto el único vestido que tenia y mostraba una sonrisa insegura. Le molesto que la llamaran " pequeña dama ". Se recordó que la subasta era por una buena causa, la razón por la que avía donado dos meses de entrenamiento de caballos. A cambio, se arriesgaba a que la dejaran a un lado por alguien de mas experiencia.
-Venga, señores y señoras -dijo el subastador- Denle una oportunidad. Es buena.
-¿En que? -pregunto desde un rincón un bollacho vestido con un esmoquin.
Lali le dedico una mirada de desprecio que el hombre no parecía notar. Estaba casi al final del evento y los mecenas que quedaban, prestaron poca atención cuando la nombraron por segunda vez. ¿Y si nadie se molestaba en ofrecer lo ni siquiera lo mínimo?, pensó ella
-Quinientos dolares -grito el borracho
-Cincuenta mil dolares
El murmullo de la sala fue silenciado por la voz que ofreció la astronómica cifra, desde el fondo del ruedo. Lali se quedo helada. No comprendía quien podría ofrecer semejante cifra.
-Cincuenta mil, ¡A la una! ¡A las dos! ¡Vendido al caballero que esta al lado de la puesta!
 Lali giró el cuello para ver quién era el misterioso hombre que había apostado.
Pero como era bajita lo único que pudo ver fue un hombre de espaldas, vestido con un
traje tradicional árabe, marchándose del edificio. Debía de ser un aristócrata, supuso
Lali. No era extraño en los círculos de las carreras de caballos.       
Probablemente tuviera más dinero que sentido común. O tal vez sus intenciones
fueran turbias. Esperaba que no se confundiera y supiera que sólo estaba comprando
su entrenamiento con caballos. Si buscaba otro tipo de servicio, estaba equivocado. No
pensaba dejar que se le acercase, aunque ofreciera cincuenta millones de dólares.
Lali dirigió una mirada de agradecimiento al subastador y bajó los escalones lo
más rápido que pudo con sus tacones, le dio su copa a un camarero que iba de un lado a
otro y se abrió paso entre la gente hacia la salida, que estaba en un lateral del
edificio. Salió a la cálida noche de Kentucky, contenta de dejar atrás la alta sociedad,
por no mencionar al borracho.
Se alegró de poder marcharse a casa. Mañana ya se ocuparía del hombre que
había apostado.
Cuando estaba en la acera que la llevaba al aparcamiento, un hombre de piel
oscura y traje oscuro le bloqueó el paso.
—Señorita Esposito, al jeque le gustaría hablar con usted.
—¿Qué?
—Mi jefe es quien ha comprado sus servicios y quiere hablar un momento con
usted —el hombre gesticuló hacia una limusina negra que ocupaba buena parte del
bordillo.
De ninguna manera iba a meterse con un extraño en una limusina, aunque fuera un
príncipe que hubiera invertido mucho dinero en el hospital de niños.
Lali metió la mano en su bolso y le dio su tarjeta.
—Tome. Que me llame el lunes para hablar de los términos del acuerdo.
—Insiste en verla esta noche.
Lali estaba perdiendo la paciencia.
—Mire, señor. Le repito que no estoy interesada en hacerlo ahora mismo. Por
favor, dígale a su jefe que le agradezco el gesto y que nos veremos pronto.
El hombre no se inmutó.
—Me ha dicho que si usted me daba problemas, tenía que plantearle una
pregunta.
—¿Qué pregunta?
—Pregunta si sigue soñando con las estrellas.
El corazón de Lali sintió una convulsión. Volvieron los recuerdos de hacía siete
años. Recuerdos de estar tumbada en la hierba, bajo un cielo a punto de amanecer,
sola, ahogada en lágrimas, hasta que él había acudido a su lado. Recuerdos de un
despertar sensual que había empezado con una tragedia y había terminado con una
experiencia agridulce. Un momento especial, un hombre inolvidable.
Un amor verdadero.
«¿Por qué sueñas con las estrellas,Lali? ¿Por qué no soñar con algo más
tangible?».
Su voz volvía a su memoria, dulce, profunda y seductoramente peligrosa. Aquella
noche, en su tristeza, ella se había acercado a él, y luego él la había dejado sola,
olvidada, a excepción de un regalo muy preciado, que le servía para recordar cada día
lo que no iba a tener jamás.
Lali sintió frío repentinamente.
—¿Y cuál es el nombre de ese señor? —preguntó, aunque temía que ya lo sabía.
—El jeque Juan Pedro Lanzani
Lali lo había conocido por Peter. Había sabido que su familia poseía una gran
fortuna, pero no lo había conocido por el título.
Había sido el mejor amigo de su hermano mayor, y se había pasado la mayor
parte del tiempo en su casa en la época de la universidad, como miembro adoptado de
la familia. Ella había sido una adolescente absolutamente fascinada por un hombre
exótico que le había tomado el pelo de mala manera. Siempre la había visto como la
hermana pequeña de Daniel, hasta aquella noche, apenas cumplidos sus dieciocho años,
cuando la tragedia había cambiado su vida. Irónicamente, sólo unas horas antes, otra
vida le había sido arrebatada.
Pero de eso hacía mucho tiempo. Agua pasada, como decía el proverbio. Y ella no
quería desenterrar el dolor o volver a ver a Peter, porque sabía que corría un gran
riesgo si lo hacía. Un riesgo para su corazón y para el secreto que le había ocultado
durante años.
El hombre caminó hacia la puerta de la limusina y la abrió.
—¿Señorita Esposito?
—Yo no...
—Entra, Lali...
Aquel tono de voz tan profundo, la atrajo contra su voluntad. De repente se vio
entrando en la limusina, como si ya no tuviera control sobre su cuerpo ni sobre su
mente. Algo que había ocurrido desde que lo había conocido. La había hecho cautiva de
sus encantos, de su trato fácil, de su aire de misterio, y de sus caricias.
La puerta se cerró y se encendió una pequeña luz, revelando a un hombre
reclinado en el asiento de piel. La miró en silencio.
Era cualquier cosa menos un extraño para ella. Lo miró un momento. El corazón le
latía aceleradamente, como si quisiera escapar de su pecho, como ella quería escapar
de él. Pero no se podía mover, no podía hablar cuando la miraba.
Se quitó el turbante de la cabeza como si quisiera demostrarle que era el mismo
hombre que el de años atrás. Pero no era el mismo totalmente. Los cambios eran
sutiles, fruto de la madurez sin duda, pero seguía siendo guapo. Con el mismo cabello
grueso negro que se le rizaba en la nuca, la misma mandíbula masculina, la misma
deliciosa boca. Aunque sus ojos casi negros parecían fatigados, no tenían el brillo y la
frescura de su juventud.
Seguramente los de ella expresarían desilusión, y sorpresa.
Lali hizo un esfuerzo por ser fuerte en su presencia.
—¿Qué estás haciendo aquí, Peter?
Petet sonrió con aquella sonrisa devastadora, con aquel hoyuelo en su mejilla
izquierda. Pero pareció querer reprimírsela, del mismo modo que Lali intentaba
reprimir su reacción ante un gesto tan devastador.

domingo, 21 de julio de 2013

VOTEN

1_ SEDUCIR A UNA DAMA

Peter Lanzani no tenia ninguna intención de tocar terreno sagrado, y menos de seducir a la castaña y pura señorita Mariana Esposito. aquella mujer merecía por marido a algo mejor que a la oveja negra del pueblo.
Merecía a un hombre que supiera algo mas de moral, de familia y de hogar. Peter solo podía ofrecerle ser el centro de todos los cotilleos. 
Pero aun así se caso con ella 
Cuando lali pronuncio los votos de guardia amor y fidelidad a su marido, lo decía de corazón. Creía en peter pon encima de todo y lo defendería asta el finar de sus días. Porque ese hombre que todos creían que era tan malo para ella, pero era simplemente maravilloso.

2_ENCUENTRO CON EL DESTINO    
  
Peter Lanzani es un conocido arqueólogo que esconde un secreto. desde pequeño, es victima de extrañas visiones a las que no consigue dar una explicación racional a pesar del psicoanalicéis. Aveces, apenas cierra los ojos, le párese encontrarse a orillas del Nilo, en una época remota, faraón de un mundo que ya no existe..Un día de invierno, cuando ya no le quedaba ni una duda de que estaba loco, Peter encuentra a la bella y misteriosa lali, y de repente comprende que ella también formaba parte desde siempre de su increíble y misterioso pasado....

3_SIETE DÍAS A LA SEMANA

Peter Lanzani, un importante ejecutivo, estaba muy ocupado con sus cinco hijos. Compaginar su trabajo con cambiar pañales le estaba pasando factura. ¡La niñera Lali Esposito no podía haber aparecido en mejor momento!
A pesar de que Lali también tenía un bebé, parecía capaz de hacer magia: cocinaba comida exquisita, acababa con la pila de ropa sucia, organizaba excursiones familiares…
Hasta que un día la relación entre Peter y Lali se convirtió en algo más, poniendo a prueba la decisión de dos corazones testarudos que estaban decididos a permanecer solteros…
4_UNA BODA RELÁMPAGO

A Lali Esposito no le importaba que su bebe fuera ha heredar una fortuna, solo quería un hijo al que amar. Pero después del error cometido por el banco de esperma, se encontró con abogados que reclamaban la custodia del heredero.
Y entonces apareció el padre en cuestión.
El hecho de que Peter Lanzani fuera sexy, además multimillonario, no implicaba que Lali debiera casarse con él. Pero los hombres ricos podían ser muy convincentes.
Y una vez que Lali se convirtió en su esposa, descubrió que le resultaba muy difícil negarle nada a su encantador marido....

5_EL MISTERIO DEL PRÍNCIPE 

Obligada a tomarse un descanso después de varios contratiempos, la investigadora Lali Esposito veía aquellas vacaciones como un castigo. Pero entonces conoció a aquel dios rubio que era Peter Lanzani, un hombre tan seguro de sí mismo y tan misterioso que despertó la curiosidad de Lali.Estar entre los brazos de Peter no suponía ningún esfuerzo, pero descubrir que por sus venas corría sangre real fue para ella una bendición y una maldición al mismo tiempo. Era la ocasión ideal para demostrar sus dotes como investigadora. Pero si revelaba que Peter era el príncipe europeo que había huido, lo perdería para siempre...

6_UN PLAN PERFECTO 

No quería desearlo tanto. No quería hacer el amor con el una vez más...
Le pareció una buena idea en aquel momento. Peter Lanzani era rico, soltero, atractivo y necesitaba una esposa. De modo que cuando le propuso matrimonio, Lali aceptó. Era un matrimonio de conveniencia que sólo duraría un año. Todo parecía muy sencillo, pero Lali no contaba con que al final se enamoraría.

7_UN PRINCIPIO DESASTROSO 

Peter Lanzani no creía en el matrimonio y estaba seguro de que a su padre, que era demasiado romántico, lo habían engatusado para decir "sí, quiero". Por eso salió corriendo hacia el motel Flamenco Azul para poner fin a la luna de miel y hacer entrar en razón al maduro novio. Y allí fue donde conoció a la pariente de la novia...
A Lali Esposito se le alegraba el corazón de ver a los dichosos recién casados. ¿O sería acaso cuando veía al hijo del novio? Pero el arrogante Peter no parecía tener corazón bajo aquel torso musculoso. Había dejado de creer en el amor y en el matrimonio, pero Lali
. sabía que aquel hombre merecía la pena... y a pesar de su inexperiencia quería intentarlo con él.






LA ÚNICA MUJER

ESTA NOVE LA VOY A SUBÍS QUE ES LA QUE MAS ME GUSTA EN UN RATO APARTE PARA QUE ME BOTEN CUAL QUIEREN MAS SUBO 7 NOVELAS USTEDES ELIGEN LA PROCCIMA.

Mariana esposito no conseguía olvidar aquella noche que avía pasado bajo las estrellas junto al hombre que amaba. y para colmo pit había regresado, y estaba mas sexy que nunca; ademas acababa de contratar sus servicios como adiestradora de caballos. pero lo que mas le sorprendió fue enterarse de que su gran amor  era ahora un príncipe... ¡un príncipe que quería ver a su hijo! a pesar de los años, peter seguía recordando a la mujer a la que tenia que abandonar para cumplir con su obligación. pero cuando se entero que tenían un hijo en común, juro no volver a separarse de ella.

sábado, 20 de julio de 2013

HOLA

tengo una buenisima noticia aparte de mañana a la noche voy a empesar a subir una adaptacion porque si te soy onesta soy un asco con las novelas escritas por mi voy a sequir suvbiento capitulos casi angeles pero aparte voy a subir adaptaciones laliter tengo 8 novelas re buenas en un rato le mañana les pongo los argumentos y eligen la que lee que tiene blog comparta mi pajina porfa bueno buenas noche mañana les voy a subir los 8 argumentos chau

domingo, 14 de julio de 2013

Capitulo 15. "Otoño" - Casi Angeles 3° Temporada


Llega el Otoño, y....
Esperanza se deprime con la llegada del otoño y con sus comentarios negativos hace dudar a Mar sobre lo que siente Thiago por ella.
Luca y Jazmín exploran afuera del campus y encuentran un orfanato “de tránsito” que es desalojado por la policía, y desesperan por impedirlo y ayudar a los chicos.
José muere y Alsina le confiesa a Camilo y a Paz que Juan Cruz estaba dentro de su cuerpo y que ha tomado posesión de otro cuerpo, y no sabe cuál...
Luna le pide distancia a Jaime y sufre porque ya no sabe qué quiere.
Thiago pasa el día con ella y comienzan a hacerse amigos. Mar los espía muy celosa.
Paz cela a Camilo por la onda que tiene con la nueva profesora de percusión, y Camilo se da cuenta de que a Paz le pasan cosas con él.
Finalmente Esperanza le revela a Camilo por qué la llegada del otoño la tiene tan deprimida: poco tiempo atrás, la Esperanza del futuro viajó para avisarle que en el invierno que viene Paz va a morir...

Musica de fondo
The Sound of Music - Sixteen Going on Seventeen
Reik - Invierno
Jose Luis Perales - Canción De Otoño
Ricardo Montaner - Dejame Llorar




OFF

-Esperanza-
Parece que llegó el otoño. El otoño… que estación inmunda realmente. Personalmente me deprime muchísimo porque ¿a quien le gusta el otoño? mi madre diría no hay tal crisis pero en este caso amigos creo que la hay. En otoño se marchitan las flores, las horas de luz se acortan, vienen los días fríos.
El otoño llega sigiloso, casi sin avisar, despacha al verano y nos deprime a todos. Por que el otoño es triste. 
El otoño es sinónimo de nostalgia ¿y qué es la nostalgia? el sufrimiento de recordar algo que tuviste, ya no tenés, ni vas a tener. La nostalgia es un viaje al pasado, a la niñez al recuerdo de alguien que ya no está. En otoño los colores empiezan a morir. En otoño la vida se ve detrás de una ventana. En el otoño uno quisiera estar en otro parte. El otoño vuelve todo tan, tan… José Luis Perales. 
El viento, la lluvia, Perales y la nostalgia lo confirman amigos, llegó el otoño. 
Y otro bien meloso para este otoño, “Invierno” de Reik. Algo adelantado, sí, pero bueno, el otoño nos avisa que se viene el invierno.
El otoño no es un videoclip de Montaner, ok? Ni es una propaganda de chocolate, con una pareja feliz, enamorada, que se aman, se besan, ella es mona, él es un bombón, no es así. El otoño es la vejez del año, es el ocaso de los sueños, es una porquería.
El otoño, oh el otoño. Nos invade una angustia inexplicable, estamos como peluquero sin cepillo, perdidos. El otoño llega y va invadiéndonos poco a poco enfriándonos el alma y los sueños. El otoño nos encierra dentro de nuestra casa y dentro de nuestra alma. 
En otoño todo muere, falta tanto para que vuelva a renacer. El otoño es como el bucle, ni lacio ni rulo, es algo indefinido, terminó el calor pero no llegó el frío. El otoño huele a amenaza, es una brisa fría que presagia dolores. El año termina cuando empieza el otoño, es época de balance, y lo primero que uno cuenta es el debe. El otoño desconcierta, el otoño nos pone en aprietos. 
Por algo dicen que la primavera es el nacimiento, el verano la vida, el otoño la agonía y el invierno es la muerte.

FOTOS Y VIDEOS


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Capitulo 14. "El Lazo de Plata" - Casi Angeles - 3° Temporada


Jaime aplica distintas tácticas para que Luna no lo deje, y por el momento le da resultado.
Luego de cortarle a Melody por carta, Simón le dice a Maia de terminarla con el “jueguito” entre ambos porque sabe que está lastimando a las dos.
Melody por su parte, está decidida a recuperarlo.
Cari está enojadísima con Nacho y Tefi por haberse besado, pero ellos niegan desconcertados haberlo hecho.
Las sospechas crecen...
Tina entiende que la profecía se está cumpliendo y Paz cree que Juan Cruz los engañó creando una ilusión óptica.
Kika le confiesa a Rama que está enamorada de un chico que no sabe lo que ella siente por él y Rama la ayuda a que practique cómo conquistarlo. Tina, tal como en la profecía cree que Jazmín está embarazada de Thiago. Mientras, Juan Cruz abandona el cuerpo de José para meterse en el de Caridad... 

Musica de Fondo


OFF

-Jaime-
Cuando cumplí 13 años mi padre me regalo 2 libros: Diario de un seductor de Kierkegaard y Arte de amar de Ovidio.
Yo esperaba otro regalo por eso no lo leí hasta los dieciséis cuando conocí a luna. Apenas la vi me enamore pero también sabía que era una chica fuera de mis posibilidades, entonces leí esos libros.
Ovidio afirmaba que cualquier mujer puede ser conquistada y Kierkegaard decía que solo se trata de encontrar ese lazo de plata que lleva su corazón.
Todavía no pude encontrar el lazo que lleva el corazón de Luna, aunque salimos ya desde hace un año nunca tuve de verdad su corazón. No me resigno, con la estrategia indicada algún día ella me va amar tanto como yo la amo.
Aunque algunas estrategias son peligrosas, el lazo que lleva el corazón de una mujer existe, el problema es que ni ellas saben que es lo que las enamora de un hombre… nadie sabe.
Cuando amamos intentamos llamar la atención del otro de cualquier forma, pero lo que nos pude conducir al corazón del otro es algo insospechado, misterioso.
El corazón es un órgano complejo muy sensible. El corazón tiene razones que la razón desconoce. El corazón es muy poco previsible. Lo que a algunos los enamora a otros los desenamora.
De pronto sin buscarlo, sin saber por qué ni cómo encontramos ese lazo de plata que lleva el corazón de una mujer, ese lazo que ni ella misma sabe cuál es.
Y cuando un hombre llega al corazón de una mujer ella hará cualquier cosa por retenerlo, otras en cambio persisten en tener un corazón sin dueño.
Cuando el amor naufraga uno se agarra de lo primero que encuentra para salir a flote, aunque hundas a otros, si falla un salvavidas hay que echar mano a otro, uno infalible: los proyectos de pareja.
Una vez que encontraste el lazo que lleva el corazón de tu chica solo hay que tirar un poquito y hacer un nudo bien fuerte para que no se desate con nada. El tiempo ganado se esfuma, ahí es hora de actuar, hay que demostrarle cuanto te importa.
Una mujer reclamará como propio a ese hombre que ha logrado llegar a su corazón, pero el camino al corazón de alguien no siempre es un camino de ida y vuelta.
¿Pero que es ese lazo de plata que lleva el corazón de las personas? ¿Por que a algunos les basta solo con verse una vez para llegar al corazón del otro? ¿Por que para algunos funciona el amor a primera vista y otros nunca lo ven? No hay claves ni estrategias que valgan porque ese lazo que lleva el corazón del ser amado es un misterio, nadie puede explicar por qué ama ni por qué es amado. Algunos aman porque son amados otros son amados por que aman.
Hay corazones caprichosos, competitivos y hay corazones precavidos, reacios a dejarse amar por miedo a ser lastimados. Ese miedo no siempre es sonso, no deberíamos dejar que cualquiera llegue a nuestro corazón.
Una vez que alguien encuentra el lazo de plata y llega a nuestro corazón, es para siempre.

FOTOS Y VIDEOS


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Capitulo 13. "Mambo" - Casi Angeles - 3° Temporada


Esperanza reinaugura su programa de radio y anuncia un concurso de mambo para parejas.
El premio es una estadía en cabaña Mandalay. Rama y Juan siguen peleando por Vale.
Tacho encara a Pedro para que se aleje de Jazmín pero al final termina fascinándose con su teoría del amor libre...
Simón deja a Mel porque no sabe lo que quiere y no quiere lastimarla. Luna intenta dejar a Jaime quien le inventa que tuvo un affair con Mar para evitar la situación Juan Cruz planea meterse en el cuerpo de Cari y para ello confunde a Nacho y Tefi con una ilusión óptica...¿empiezan a suceder los hechos que Tina vio en el video?


Musica de Fondo
Lou Bega - Mambo Number Five



OFF

-Simón-
Mel: Antes que nada quiero decirte que te quiero mucho, de eso no tengas dudas.Todo lo que vivimos juntos fue maravilloso pero aunque viajamos tan lejos me traje conmigo mis mambos y encima ahora ni siquiera puedo descargar con mi Doc. No sé, tal vez no sea al único al que le pasa, eso no lo sé, pero si sé que es algo que a mí me tortura. Qué sé yo, por un lado tengo en mi cabeza los mandatos de mi viejo, la presión, lo que debe ser. Y por el otro lado mi cabeza está en las cosas que deseo, lo que quiero, lo que me gustaría hacer. Estoy dividido entre lo que debo hacer y lo que quiero hacer. Siempre me pasa lo mismo, por un lado no debí enamorarme de la novia de mi mejor amigo y menos de una chica como Mar pero por el otro lado no podía pensar en otra cosa que en ella. Estaba atorado entre lo que debía hacer y lo que quería hacer otra vez. Y cuando tenés un mambo así en la cabeza, sí o sí metes la pata, no terminás haciendo ni lo que debés ni lo que querés. Entonces cuando uno puede pensar con claridad, comete errores muy graves. Te juro que es una tortura estar así, dividido, no sé, si fuera sólo un mambo mío me la banco pero así lastimo a los demás y eso no me lo puedo permitir porque no debo, ni quiero lastimar a nadie y menos a vos que te quiero tanto Melody. Este mambo lo tengo que bailar solo, al menos hasta, no sé, hasta que pueda descubrir qué es lo quiero. Así que te pido disculpas. Ojalá puedas perdonarme.






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