jueves, 29 de agosto de 2013

FELIZ

PERDON EN SERIO PERO ES MI CUMPLE HOY NO SUBO POR ESO COMENTEN Y DIGANME SI LES GUSTA LA NOVE ME VOY A COMER A MI RESTAURANTE FAVORITO DESEENME SUERTE CHAU BESOS....

miércoles, 28 de agosto de 2013

sábado, 17 de agosto de 2013

CAPITULO 19



—Antes de que te vea Riera.
—¿No has dicho que no podía ver?
—No creo que pueda, pero nunca he ido delante para saberlo.
Lali se subió a su regazo y se sentó a horcajadas.
—Esperemos que haya suerte y que no nos vea. Además, puedes decirle que
tenías algo en el ojo y que yo me subí a quitártelo.
Él le rodeó la cintura.
—No creo que Riera se trague esa excusa.
—Teniendo en cuenta al dueño del coche, supongo que Riera habrá visto de
todo.
—¿Qué dices?
—Tú con otras mujeres...
—Uso este coche para asuntos de negocios solamente.
Lali le lamió la oreja y susurró:
—Entonces, tal vez debamos ocuparnos de este asunto.
—Lali, ¿por qué insistes tanto en esto?
Ella lo miró y dijo:
—Porque necesito saber si fue verdad lo que me hiciste sentir, si no hay hombre
que pueda compararse contigo, o si sólo son imaginaciones mías —le pasó la punta de la
lengua por los labios—. Quiero saber si realmente eres tan estupendo.
Peter apretó más su cintura.
—¿Quieres decir que quieres compararme con otros hombres? ¿Ha habido
muchos, Lali?
Sólo había habido otro hombre, una breve aventura que había sido más que
decepcionante.
—Digo que ocurrió hace mucho tiempo y que necesito refrescar la memoria —se
movió contra él, y notó un leve bulto debajo de su trasero.
—¿Llevas cigarrillos en el bolsillo o es que te alegras de verme?
Peter sonrió.
—A veces puedes ser muy traviesa, Lali.
—No lo sabes bien. Pero me gustaría demostrártelo.
Peter pareció indeciso. Lali se dio cuenta de cuándo había dado por perdida la
batalla cuando exhaló un suspiro.
—Tal vez tenga que mostrarte unas pocas cosas.
Agarró sus caderas y la apretó contra él. Ella sintió su sexo. La movió hacia
adelante y hacia atrás, contra su erección, provocando una deliciosa fricción erótica. Y
Lali sintió calor en el exacto lugar que él le estaba frotando.
—Recuerdo mucho de lo que sucedió aquella noche —dijo él casi suspirando—.
Recuerdo tu aspecto de inocencia, recuerdo tu piel bajo mis manos...
Metió sus manos debajo de su braguitas y acarició su trasero desnudo.
—¿Te acuerdas de mí tocándote de este modo? —preguntó Peter, sin dejar de
frotarla contra su sexo con un ritmo regular.
Ella entrelazó sus dedos a su pelo.
—Tal vez.
Lali sintió el suave beso en sus pechos. Luego su lengua mordisqueando su pezón.
—Recuerdo tus gemidos de placer cuando te besaba de este modo, cómo me
rogabas que continuase...
En aquel momento, ella le habría rogado que siguiera, si él hubiera parado.
—Ahora me empiezo a acordar, pero se me escapan los detalles...
En realidad, a ella no se le habían olvidado los detalles.
Peter empezó a mover sus caderas en sincronización con las de ella, aumentando el
contacto entre sus cuerpos, que se amoldaban perfectamente el uno al otro.
—Me acuerdo de lo valiente que fuiste, cómo aguantaste el dolor...
El dolor no había sido nada, comparado con el placer. Y Peter seguía
proporcionándole placer con aquellos movimientos eróticos, frotando el algodón contra
la seda, creando una deliciosa sensación en el preciso lugar que lo necesitaba.
Peter le desabrochó dos botones más de la blusa. Ella sintió un aire fresco en sus
pechos desnudos.
Lali cerró los ojos, arrullada por el sonido de su voz sensual.
—Recuerdo cómo temblabas debajo de mí. Lo tibio, húmedo y suave que estaba
tu cuerpo. Y me recuerdo totalmente entregado a ti en aquel momento.
Ella recordaba aquella sensación de estar entregada a él por completo. La estaba
repitiendo en aquel momento, mientras él le succionaba el pecho, acariciándola con su
lengua. Pero sólo duró hasta que él le ordenó:
—Mírame, Lali.
Ella abrió los ojos lentamente y lo encontró mirándola intensamente.
—¿Te acuerdas de lo que se sentía estando tan juntos?
Peter movió las caderas y la hizo gemir.
—Sí, lo recuerdo —contestó ella.
—¿Recuerdas lo que te dije?
—Repítemelo, por las dudas.
—Te dije que nunca había perdido el control de tal manera. Que nunca había
tenido aquellos sentimientos y que nunca había deseado tanto a una mujer.
Ella no pudo articular una palabra coherente, porque los movimientos de Peter no
la dejaban pensar, sólo sentir, aunque aun tuviera que usar las manos con ella, algo que
ella deseaba.
Él siguió el asalto a sus sentidos, tocándola sólo con las palabras y con aquellos
movimientos eróticos.
—También recuerdo que cuando no pudiste más de goce, gritaste mi nombre.
Y eso fue exactamente lo que Lali hizo otra vez, cuando Peter la llevó a la cima
del placer. Aquella vez vio estrellas literalmente, aunque no eran las mismas que las del
cielo que los cubría.
Lali se derrumbó encima del pecho de Peter y tembló descontroladamente,
mientras él la abrazaba estrechamente contra su corazón, que latía contra la mejilla
de Lali.
Cuando el mundo volvió a aparecer a su alrededor, ella se sintió un poco tonta.
También se dio cuenta de que Peter le estaba tapando la boca con la mano.
—Seguramente, Riera lo ha oído —sonrió él—. ¿Quieres volver a gritar?
Lali agitó la cabeza, muda aún, a pesar de que Peter le había quitado ya la mano
de la boca.
—¿Te he refrescado la memoria? —preguntó él.
—Totalmente —dijo ella.
En realidad, había hecho más que eso.
—Bien —Peter la puso a un lado y se sentó en el asiento de en frente.
Lali se quedó mirándolo.
—¿Y eso es todo? —preguntó, sorprendida.
—¿No ha sido suficiente?
—Quiero que termines esto, maldita sea.
—Está terminado, Lali.
—¿Quieres decirme que quieres dejarlo ahí? Aunque tú no hayas...
—Eso no debería importarte...
Ella miró su evidente abultamiento en el short.
—Sí me importa. Lo quiero todo, y apuesto a que tú también.
—Tú quieres más de lo que yo puedo darte.
—Quiero sexo, Peter. Sexo, puro y duro en la limusina. No pido mucho.
—Quiero marcharme sabiendo que no he hecho nada que pueda hacerte daño.
—Si estás preocupado por la posibilidad de dejarme embarazada, estoy
preparada para eso —agarró el bolso del suelo del coche, lo abrió y le mostró los
preservativos que había comprado el día anterior.
—Es una idea sensata, Lali, pero, ¿has pensado cómo vas a proteger tu
corazón?
Lali sintió rabia al sentir que él ponía el dedo en la llaga que tenía desde hacía
siete años.
Al parecer, para Peter, seguía siendo la misma niña inocente que se había
enamorado de él.
—No lo has comprendido, Peter. No quiero nada más que un revolcón. Ninguna
promesa de futuro. Ni siquiera te pido que duermas en la misma cama.
Era mentira. Pero su orgullo no le permitía admitir que quería más. Que quería
estar con él el resto de su vida. Que quería que fuera parte de la vida de Agustin. Pero
lo que más deseaba era su amor, algo que sabía que jamás iba a tener.

A LA NOCHE LO SIGO

CAPITULO 18

A Lali no le importó que su hijo quisiera que él fingiera ser su padre, aunque lo
fuera de verdad. Ni que Peter hubiera tenido su atención durante todas las actividades
de ese día. Después de todo, era un príncipe. No le había preocupado que lo hubieran
escogido para anclar la soga del juego de tira y afloja para el equipo de Agustin,  puesto
que tenía el físico apropiado. Ni le había importado que Agustin se lo hubiera
presentado a todo el mundo, y a ella no le hubiera hecho ni caso. Además, cuando se
había hecho daño en la rodilla en el juego de softball, la había buscado a ella para que
le diera un beso en la herida.
No obstante, no podía evitar estar un poco celosa cuando Agustin le había dicho a
Peter que aquel día se lo había pasado mejor que nunca. Incluso mejor que cuando Lali
lo había dejado participar con su potrillo en el desfile del Cuatro de Julio. ¿Cómo podía
competir ella con eso?
No podía. Ni quería. En realidad, debería de haber estado fascinada de que
padre e hijo se hubieran llevado tan bien.
Pero no podía estar feliz, sabiendo que en cuestión de días, Peter se marcharía.
Mientras Riera daba una vuelta con Peter, Agustin y los niños por el
aparcamiento, Lali se quedó esperando. Les dio esos momentos juntos sin quejarse,
sabiendo que serían unos de los últimos.
El coche paró, y los niños salieron corriendo hacia el comedor, para cenar.
Agustin se quedó con Peter preguntándole cosas sobre una actividad de la fiesta.
Lali se acercó y acarició el cabello de su hijo, aún húmedo del baño de la tarde.
—Tienes que volver con los niños, cariño. La cena está lista, y nosotros tenemos
que volver a casa a ocuparnos de los caballos.
Agustin miró con decepción.
—De acuerdo. Pero, ¿puede recogerme Peter en su limusina el fin de semana que
viene?
—No lo sé, cielo. Tendrás que preguntárselo...
—Estaré aquí sin falta —dijo Peter.
Lali abrazó a Agustin y dijo:
—Sé bueno.
—Lo seré, mamá.
—Come bien y controla el nivel de azúcar.
—Sí, mamá.
—Y descansa...
—¿Puedo irme, madre? Tengo hambre.
«¿Madre?» ¿Desde cuándo había dejado de ser «mamá»?, se preguntó Lali.
Después de dar un beso a Agustin, Lali lo dejó marchar. Tendría que aprender a
separarse de su hijo poco a poco, algo que parecía repetirse con los hombres en su
vida.
Agustin se dirigió a Peter y chocó los cinco.
—Hasta pronto, señor jeque.
—Hasta pronto —sonrió Peter.
Con un saludo con la mano, Agustin se marchó hacia la cabaña.
Peter le señaló la puerta abierta de la limusina.
—¿Vamos?
—Supongo —respondió ella y entró en el coche.
Se quedaron en silencio un rato. Luego ella preguntó en tono de broma:
—¿Y? ¿Te lo has pasado bien, jeque Lanzani?
—Sí.
—Me alegro. He notado que realmente te ha gustado ir a nadar.
—Mucho.
—Las mujeres deben de haber disfrutado viéndote nadar.
—No comprendo —respondió él.
—¿Quieres decir que no te has dado cuenta de que todas te estaban mirando
cuando saliste del agua, como si fueras un dios árabe?
Peter se rió.
—Lali, tus imaginaciones sólo se equiparan a tu amor por los caballos.
—No me lo estoy imaginando. Claro que ese bañador realza tu figura...
—Son sencillos, Lali. Negros.
—A Eugenia le han gustado.
—¿Eugenia?
—Sí. La madre de Bruno. La divorciada que llevaba tacones con pulseras doradas
y que estuvo rondándote todo el día.
—No la recuerdo.
—¡Oh, seguro!
Peter la miró.
—Estando contigo, es imposible que me fije en esa tal Eugenia. Tu traje de baño
también llamaba la atención. El azul hace juego con tus ojos. Muy bonito, por cierto.
Lali sintió ganas de reírse. Su bañador era un modesto dos piezas. Y la mayor
parte del tiempo había estado con la camiseta puesta.
—Apuesto a que eso se lo dices a todas las mujeres de tu harén.
—No tengo ningún harén.
—¡Maldita sea! ¡Me has estropeado mis fantasías del desierto!
—Siento decepcionarte.
En realidad, no la había decepcionado. Aún. Pero la noche era larga, y ella tenía
un objetivo.
—Hace calor aquí, ¿no crees?
—Yo estoy cómodo.
—Bueno, yo, no —dijo ella. Y se desabrochó la blusa, dejando ver el borde del
sujetador—. Así estoy mejor.
—Le diré a Riera que ponga el aire acondicionado —apretó el botón que había a
su derecha y lo pidió. Luego agarró la revista que había estado leyendo antes.
Lali pensó en desabrocharse el botón de sus pantalones cortos vaqueros, pero
se arrepintió.
—Y hablando de Riera, ¿puede vernos?
Peter la miró con desconfianza.
—No, si el cristal está en su sitio. ¿Por qué lo preguntas?
—Curiosidad.
Peter murmuró algo en árabe que Lali no comprendió, y volvió a mirar la revista.
Y Lali volvió a sus pantalones cortos. Se los quitó. También se desabrochó el
sujetador y se lo quitó por las axilas. Luego lo tiró al suelo, al lado de los shorts. Ahora
sólo llevaba una camisa sin mangas de algodón y unas braguitas negras diminutas. Si
eso no lograba su atención, podía darlo por perdido.
Al ver que Peter no la miraba, decidió ocuparse ella misma del asunto.
Estaba harta de la farsa de todo el día de que era un amigo, porque era más que
un amigo. Y antes de que se fuera quería experimentar lo que tuviera para ofrecerle.
Con aquel pensamiento, Lali se puso de rodillas y se arrastró hasta el asiento
frente a ella, donde estaba Peter, y se movió entre sus piernas abiertas. Cuando alzó la
mirada, notó un brillo de sorpresa en la expresión de Peter.
Ella agarró la revista y la tiró en el otro asiento.
Luego metió los dedos por el bajo de los shorts de Peter.
—¿Es tan interesante esa revista que no puedes prestarme atención un
momento?
—¿Quieres sólo que te preste atención, Lali? Si es así, no hace falta que
recurras a medidas como arrastrarte por el suelo.
—¿No te gusto de rodillas?
Peter le miró la blusa abierta, que mostraba buena parte de sus pechos.
—Me gustaría que volvieras a tu asiento y que te vistieses otra vez antes de
que...
Al parecer, se estaba imaginando lo mismo que ella.
—¿Antes de que qué?

CAPITULO 17

Peter miró a Lali por encima de la revista que había intentado leer durante el
viaje al campamento.
Afortunadamente, se había retirado pronto la noche anterior, sin volver a
mencionarle lo de hacer el amor. En aquel momento estaba sentada frente a él,
mirando por la ventanilla.
Era extraño su silencio.
—¿Tienes miedo de que nuestro hijo se haya olvidado de su madre?
—Por supuesto que no. ¿Por qué iba a pensar eso? —preguntó sorprendida.
—Pareces nerviosa.
—¿Y no te parece normal? Quiero decir, voy a llevarte al campamento. Aunque
Agustin no se dé cuenta de tu parecido con él, otra gente va a dar por hecho
automáticamente que eres su padre.
—No necesariamente.
—¡Oh! ¡Venga! Es igual a ti.
Peter se sintió orgulloso y sonrió.
—Tiene tu nariz.
Lali se tocó la nariz, como queriendo verificar ese hecho.
—Ahora sí. Pero es muy pequeño. Estoy segura de que tendrá tu nariz
aristocrática cuando sea adolescente.
—¿Y no te importa?
—Tu nariz está bien. Muy sofisticada.
—Me alegro de que te guste.
—Casi todo lo tuyo me gusta, las partes que se ven y que no se ven, por lo que
recuerdo. Porque hace mucho tiempo que las vi.
Peter se acomodó en el asiento y se reprimió las ganas de ofrecerle una
inspección.
Se alegró de que hasta entonces no hubieran usado la intimidad de la limusina.
Pero al volver...
—Parece que hemos llegado.
Lali salió enseguida de la limusina.
Peter se dio prisa, temiendo que lo dejara solo. No sabía cómo se manejaría con
las preguntas que pudieran surgir acerca de su relación con Agustin. Pero dejaría que
Lali manejara la situación.
Peter alcanzó a Lali cuando esta se detuvo delante de una cabaña de madera
donde había varios adultos.
—Hola, señora Esposito. Soy Rocio —la mujer extendió la mano para saludarla.
—Encantada de conocerte, Rocio —respondió Lali cortésmente.
—¿No me recuerda? Nos conocimos cuando vino a ver el campamento.
—Lo siento. Ha sido un viaje muy largo.
Rocio siguió hablando:
—Nos alegra de que haya podido venir hoy. Agustin está muy excitado. Es un niño
fantástico. Está encantado con el campamento.
—¿Dónde está? —Lali miró alrededor.
—En el comedor, terminando de desayunar. Vendrá enseguida —Rocio sonrió a
Peter—. Usted debe de ser el señor Esposito...
—Su nombre es señor Lanzani —agregó Lali rápidamente—. Amigo de la
familia.
La mujer pareció incómoda por su indiscreción.
—Bueno, lo siento. Es que como Agustin se parece tanto a usted...
Lali sonrió nerviosamente.
—Lo sé. ¿A que es gracioso?
Peter se sintió molesto.
—El padre de Agustin y yo somos del mismo país —explicó Peter,  mientras le daba
la mano a la mujer.
—Claro —dijo Rocio después de saludarlo.
—¡Mamá! ¡Has venido!
Agustin corrió hacia Lali y la abrazó. Ella lo alzó y lo abrazó.
—Te he echado de menos, cielo. ¿Te lo estás pasando bien?
—Sí. Mucho. Bájame, mamá, antes de que me vean los otros niños.
Lali lo bajó con pena, pero siguió con la mano en su hombro.
—Supongo que será mejor que tus compañeros no te vean en brazos de mamá...
—susurró Lali, con pena.
Agustin miró a Peter.
—¿Cómo no me has dicho que venía el príncipe?
Lali miró brevemente a Peter y luego contestó:
—Lo hemos decidido hace un par de días.
Peter extendió su mano.
—Espero que no te importe, Agustin.
Agustin mostró su aprobación con un movimiento de cabeza y un apretón de
manos.
—Claro. ¿Has traído el coche?
—Está en el aparcamiento.
Los ojos de Agustin se agrandaron, como los de Lali, pensó Peter.
—¿Puedo traer a mis amigos para que nos des una vuelta?
—Ahora no, corazón —dijo Lali—. Tal vez antes de que volvamos. Ahora
mismo vamos a tener que participar en los juegos.
Lali tomó la mano de Agustin y se dirigió adonde estaba el grupo de padres.
Peter se quedó allí, de pie, mirando a madre e hijo alejarse sin preocuparse por
haberlo dejado detrás. No le gustaba sentirse alguien de fuera, bienvenido sólo por su
coche, un símbolo de su riqueza, y no como a un miembro de aquella familia.
Tal vez fuera mejor no decirle nunca a Agustin que era su padre. Quizás debiera
irse y no volver a mirar atrás, sabiendo que sería lo mejor para todos, especialmente
para su hijo.
Pero era una elección difícil.
Entonces, de repente, Agustin soltó la mano de Lali y corrió hacia Peter. Se
limpió la suciedad de la suela de los zapatos y lo miró.
—¿Puedo pedirte algo?
—Claro.
—Es una especie de favor.
Peter se agachó a la altura de Agustin, y se ablandó internamente.
—Pídeme lo que quieras...
—¿Puedes hacer como que eres mi papá hoy?



CHICAS COMENTEN PORQUE NO ME SIENTO COMO SI NADIE LE GUSTE COMENTEN Y DEL SU OPINIÓN
A POR SIERTO QUIEREN UNA NOVELA DE VANMPIROS AMI ME ENCANTAN VARIAS PIENSEN Y COMENTEN  

domingo, 11 de agosto de 2013

CAPITULO 16




Peter se acercó y la besó apasionadamente. Por un segundo pensó que debería de
estar sintiendo culpa, puesto que estaba prometido a otra mujer. Pero esa mujer era
tan extraña para él como la posibilidad de dar la espalda a su país y a su herencia.
Sólo podía sentir el dulce calor de la boca de Lali, la suave caricia de su
lengua, la gloria de su cuerpo enredado en el de él mientras la besaba más
profundamente y la abrazaba más fuertemente.
La pasión que caracterizaba a Lali salió a la superficie en aquel beso. Ella le
acarició la espalda como si estuviera tratando de aprender de memoria cada sensación.
Peter le agarró el cabello y la siguió besando. Ella subió una pierna encima de la de él y
él le agarró la cintura. Se separaron un momento, pero sólo un momento, para respirar
antes de volver a besarse. Peter deslizó una mano por entre sus muslos y Lali se
revolvió como animándolo.
Pero la realidad le golpeó de pronto, y se dio cuenta de que si seguía, no iba a
poder parar. Se olvidaría de todo y la llevaría a la cama. Y le haría el amor toda la
noche, destruyendo su decisión de no volver a hacerle daño.
Dejó de besarla y tratando de tomar aire dijo:
—Sigues siendo demasiado difícil de resistir.
—Entonces, ¿por qué te molestas en ello?
—Tú sabes por qué. Porque yo...
—¿Tienes que volver al reino mágico? —ella se apartó y se sentó en la otra punta
del sofá—. No tienes que recordármelo otra vez.
—Me alegra que finalmente empieces a comprender.
Lali tomó un cojín y lo apretó contra sus pechos.
—Ahora que sabemos que te marchas, por enésima vez, he tomado una decisión.
—¿Qué?
—He decidido que vayas al campamento conmigo.
Peter sonrió, complacido.
—Bien. Podemos ir en la limusina en lugar de en tu camioneta.
Ella le tiró el cojín en la cara.
—¿Qué tiene de malo mi camioneta?
—Nada. Pero es para llevar comida para el ganado y heno, y para hacer viajes
cortos. Pero podemos ir más cómodos. Y por si no lo recuerdas, nuestro hijo ha
expresado su deseo de viajar en limusina. Puede llevarnos Riera.
Lali se mordió el labio inferior.
—Puede ser buena idea... —dijo—. En la limusina hay mucho sitio, sitio de sobra
—sonrió—. Seguro que uno se puede tumbar, si quiere.
—Lali... —le advirtió él.
Lali alzó los brazos por encima de la cabeza, dando una buena visión de sus
pechos debajo del satén. Luego se irguió y se puso de pie delante de él.
—Relájate, Peter. Te prometo que no te haré hacer nada que no quieras.
Eso era exactamente lo que temía él.
—¿Tienes un minuto, Lali? —le preguntó Julia al día siguiente.
Lali alzó la vista de las cosas que estaba preparando para el campamento.
—Sí, claro. ¿Qué ocurre?
—Tengo algo que decirte.
Lali dejó a un lado la manta de picnic y se preparó para que le diera un sermón
sobre Peter.
—He aceptado que Peter venga conmigo, si eso es lo que te preocupa.
—Lo sé. Peter me lo ha dicho. Pero esto no tiene nada que ver con él.
Lali palmeó el colchón para que Julia se sentara a su lado. Parecía algo serio.
Julia se sentó a su lado y rodeó los hombros de Lali.
—Cariño, Bartolome me ha pedido que me case con él.
—¿Y qué es lo nuevo?
—Que esta vez he dicho que sí.
Lali sintió la pena de perder a alguien con quien podía contar
incondicionalmente.
Pero disimuló su egoísmo con una sonrisa y palmeó la pierna de Julia.
—Bueno, ya era hora —le dijo.
Julia apretó el hombro de Lali maternalmente y dijo:
—Entonces, ¿te parece bien?
—¿Estás pidiéndome mi aprobación?
—Te estoy preguntando cómo te sientes con esto.
Lali se levantó y se acercó a un escritorio que había en su habitación. Luego
se dio la vuelta.
—Por supuesto que me parece bien. Me parece estupendo.
Pero no parecía contenta.
Se reprimió las lágrimas y respiró profundamente para alejarlas.
Julia se acercó a ella y puso las manos en los hombros de Lali.
—Sé que es mal momento, estando Peter aquí. Pero Barto se ha comprado una casa
rodante nueva, y quiere viajar.
Lali se dio la vuelta.
—¿Quieres decir que estarás fuera todo el tiempo?
—Mucho tiempo. Nos gustaría ver el país en estos años dorados, antes de que
seamos demasiado viejos para disfrutarlo.
Lali intentó sonreír, pero sus labios estaban rígidos.
—Eso suena estupendo, Julia.
Julia intentó sonreír también, pero pareció forzado también.
—Durante los veranos, Agustin y tú podéis venir con nosotros, cuando no esté en
el colegio.
—¡Oh, sí, Julia! Seguro que a Barto le encantará llevarnos cuando aún estéis de
luna de miel.
—El año que viene, tonta. No vamos a casarnos hasta que se vaya Peter.
—¿Por qué? Peter puede ser el padrino de Barto. ¡No cualquiera puede presumir de
tener un padrino príncipe! —bromeó Lali, pero se notaba tristeza en el fondo.
Julia quitó el cabello de Lali de sus hombros, un gesto tan familiar y entrañable
que Lali casi se puso a llorar.
—Ya llegará tu momento, Lali. Sólo tienes que abrirte. Puedes hacerlo después
de que se vaya Peter.
Al parecer, todo el mundo se obstinaba en recordarle que él se marcharía.
—El hecho de que Peter esté aquí o no, es indiferente. Excepto en lo concerniente
a Chance. No hay nada más entre nosotros.
—Siempre habrá algo entre vosotros dos, Lali: un niño y dos mundos diferentes.
Él no puede darte lo que necesitas. Pero algún día encontrarás un hombre que te lo
pueda dar.
Lali tenía ganas de gritar que ese hombre no existía, sobre todo en su mundo.
—Estoy satisfecha con mi vida, Julia. Mi trabajo y Agustin son todo lo que
necesito. Y me alegro por ti y por Barto. Tú eres la única madre que he conocido, y si no
hubieras estado a mi lado cuando murió papá, y luego Daniel, no sé qué habría hecho yo.
Tú te mereces un poco de felicidad también.
Julia la abrazó.
—Siempre estaré contigo, cariño, si Dios lo permite —miró a Lali—. Como he
estado en todas las penas y problemas, y cuando nació Agustin... Y estaré cuando tu
príncipe se vuelva a marchar.
«Su príncipe». Hacía mucho que sus sueños de un príncipe azul se habían
desvanecido. El jeque Peter Lanzani los había roto. Y podría destrozar su vida, si se lo
permitía.
Pero no permitiría que destruyese su vida esta vez.
Como siempre, sobreviviría. Agustin y ella lo superarían juntos. No necesitaba un
príncipe, a uno al que probablemente amaría toda la vida.

domingo, 4 de agosto de 2013

CAPITULO 15

Peter sonrió al recordarlo.
—Creo que tienes rodillas muy sensibles.
Lali se abrazó las piernas.
—Ni se te ocurra...
Peter se acercó a pesar de que una voz interior le decía que no lo hiciera.
—Sería gracioso saber si sigue siendo cierto.
—¡El mismo chulo de siempre!
—Antes, era el único modo de que hicieras lo que yo quería.
Lali dejó de sonreír, y su expresión se suavizó, tomando la apariencia de una
mujer más que deseosa de complacerlo en lo que le pidiera.
—Esa no era la única forma.
Peter volvió a recordar la noche del estanque. Ninguna mujer se había entregado
con tanto abandono. Y teniendo en cuenta que era poco más que una niña, se
preguntaba cómo sería entonces, que ya era una mujer.
Lali le quitó un mechón de la frente y le preguntó:
—¿Piensas alguna vez en esa noche, Peter? No en Daniel, sino en lo que sucedió entre
nosotros.
A pesar de haber pasado siete años, los recuerdos aún asaltaban sus sueños.
—Sí.
—¿Has deseado alguna vez que no hubiera sucedido?
Peter le tomó la mano y le besó la palma.
—Supongo que si pudiera cambiar algo de aquella época, serían dos cosas.
Ella deslizó un dedo por su mejilla.
—¿Cuáles? —preguntó.
—Que pudiera haber salvado a Daniel de su suerte. Y que pudiera haberme
quedado.
La cara de Lali se iluminó, como si le hubieran regalado las estrellas que
contenían sus sueños.
Se inclinó hacia adelante y le dio un beso suave en la mejilla.
—Gracias —le dijo.
Él no se merecía su gratitud, ni ahora ni entonces.
—No ha cambiado nada, Lali . No podemos repetir lo mismo. Me iré y te
abandonaré otra vez.
Ella le tomó la cara y le dijo:
—Podemos recuperar el tiempo perdido. Hay muchas horas en catorce días.
«No las suficientes», pensó Peter . Ni la suficiente distancia entre ellos.
Le miró los labios. No podía dejar de mirar la boca de Lali.

A LA NOCHE SIGO EL MARATON

CAPITULO 14


Peter tiró el móvil en el sofá y juró internamente por las obligaciones de su cargo.
Según su padre, la situación en Barak exigía que volviese inmediatamente. Peter
había logrado negociar que se quedaría dos semanas en lugar de cuatro, con la excusa
de que tenía que ocuparse de una inversión aún. Sólo una semana con su hijo después
de su regreso. Nunca le alcanzaría el tiempo.
Tiró en el sofá el periódico que tenía en el regazo. Se sentía como un niño con
una pataleta. Y eso no le serviría.
—¿Algún problema, Peter?
Peter observó a Lali entrar en la habitación y sentarse en el sofá, cerca de él.
Llevaba un pijama de seda color champán. Aquella visión casi le hace olvidar sus
problemas. Pero no quería que lo distrajera. Ahora que sabía que tendría que
marcharse antes, tenía muchas cosas que hablar con ella.
—Me temo que tengo que acortar mi estancia. Me han llamado para que vaya.
—¿Esta noche? —preguntó ella, sorprendida.
—No, pero no me podré quedar tanto tiempo como pensaba. Debo volver dentro
de dos semanas.
Lali pareció relajarse y encogió las piernas encima del sofá. Estaba bebiendo
un vaso de té helado.
—¿Te ha llamado Riera?
—He hablado con mi padre. Quiere que vuelva.
—¿Siempre haces lo que te dice que hagas?
Peter había esperado su reproche, pero no su interrogatorio.
—Tengo obligaciones, Lali. Seguro que lo comprendes, ahora que tienes un
hijo.
—Yo no veo a Agustin como una obligación. Lo veo como una alegría, no como un
trabajo.
—¿Esperas que eluda mis responsabilidades?
—Lo que yo esperaría es que el ser príncipe te hiciera más feliz.
—¿Y en qué basas esa suposición de que no soy feliz con lo que soy?
—No pareces feliz, no como antes. Casi no te he visto sonreír, y mucho menos
reír. De hecho, casi todo el tiempo estás serio. Ese no es el Peter que yo recordaba.
El jeque Peter Lanzani había reemplazado al Peter que ella había conocido. Peter
llevaba ahora una carga sobre sus hombros, la responsabilidad que debía asumir el hijo
mayor del rey.
—Ese estudiante relajado que tú conociste, ya no existe.
—¡Oh! Yo creo que sigue ahí, muriéndose por salir a la superficie.
—Lamentablemente, ese no es el caso.
Lali dejó el vaso sobre la mesa y dijo:
—Me daría mucha rabia que fuera así, Peter. También me espantaría que Agustin
tuviera que someterse alguna vez a semejante presión, que lo haga perder el gusto por
la vida.
—Dudo que pierda esos atributos, teniendo en cuenta quién es su madre.
Lali sonrió.
—Supongo que eso es un piropo.
—Sí. Me gusta tu espíritu libre, tu pasión por la vida.
—Y yo apreciaba tu pasión, también.
Peter pensaba que se refería a la pasión que habían compartido. Pero no quería
recordarlo aquella noche, teniéndola tan cerca.
Peter carraspeó y se echó hacia atrás en el sofá, queriendo aparentar estar
relajado.
—He aprendido a manejarme con las exigencias de mi posición. Soy quien soy.
—Es un título, Peter, no quién eres tú. Mi padre nunca intentó transformarme en
alguien que no soy. Ni Daniel. Dejaron que fuera yo misma.
—Si no recuerdo mal, Daniel dijo una vez que a ti no había con qué atarte.
Lali echó la cabeza hacia atrás y se rió. Esa risa llenó de vida Peter.
—Sí, eso decía. Y tú decías cosas peores. Siempre me estabais tomando el pelo.
Me volvíais loca...
—Eras un blanco fácil.
Ella sonrió.
—Un blanco movedizo, querrás decir. Sobre todo cuando veníais a hacerme
cosquillas

CAPITULO 13


Peter le dio la camiseta mojada.
—Podrías devolverme mi ropa ahora, ¿no?
Lalisonrió malévolamente.
—¿Quieres que lo haga ahora?
—¿El qué?
—Cambiarme de camisa —se acercó a él—. ¿O es que quieres algo más de mí?
Peter respiró profundamente.
—Preferiría que dejaras de hacerme ofrecimientos que no puedo aceptar.
Decidida a atraerlo, Lali deslizó un dedo por su pecho y siguió la línea de vello
hasta el ombligo.
—¿No puedes aceptarlos o no quieres?
—Ya hemos hablado de esto, Lali. No puedo aceptar.
Ella miró su sexo, prueba de su deseo.
—A mí me parece que sí puedes —agregó.
Peter agarró su mano, apoyada en su vientre. Sus músculos se tensaron. Lali
contuvo el aliento, preguntándose si aquella vez aceptaría su invitación.
Aunque quisiera negar su deseo, Peter la miraba con ojos hambrientos.
—¿Es esto lo único que quieres de mí, Lali? ¿Esto y nada más? ¿Y después?
¿Estarás satisfecha?
—Sí, lo estaré.
Peter le quitó la mano y se apartó.
—Quizás, pero yo, no. Si te tengo, te prometo que te querré tener más de una
vez, hasta que me tenga que ir. Piénsate bien si de verdad quieres hacer el amor
sabiendo que no habrá nada más entre nosotros.
Dicho esto, dejó la camiseta en la mesa y salió de la cocina.
Ella se quedó pensando en la verdad que entrañaban sus palabras. Si lo volvía a
tener una vez, ¿se conformaría?

PERDÓN ME SALIO CORTO PERO SUBO MAS

CAPITULO 12

VOY A A SER OTRO MARATÓN ESTA VES TEMPRANO


Cuando Lali entró en la cocina sintió un frío recorriéndole la piel. Pero no era
por el aire acondicionado, ni por su piel mojada. Era debido a Peter.
Aún sentía la sensación de su lengua en sus pechos, sus manos en su trasero,
moldeándolo, su cuerpo apretado íntimamente contra el suyo. El sólo pensarlo la
estremecía.
Lali se envolvió con sus brazos. Se dio cuenta tarde de que su tía la había visto.
Julia agarró un trapo de cocina de la encimera y la miró de los pies a la cabeza.
—¿Me equivoco, o esa es la camisa que llevaba Peter esta mañana?
Lali se sintió como una colegiala sorprendida en una travesura.
—Se me ha mojado la camiseta con el cubo de agua. Peter me ha dejado su camisa
porque la mía estaba empapada.
Julia sonrió.
—¿Ya os habéis tenido que enfriar después de tres días?
—No te imagines cosas, Julia.
Julia le miró la boca y frunció el ceño.
—No son imaginaciones mías el ardor de tu cara, pequeña. Soy vieja, pero no
estúpida.
Lali abrió el armario y sacó un vaso. Sus manos temblaron mientras servía agua.
—No he dicho que seas estúpida. Sólo te digo que no te hagas suposiciones
equivocadas.
—No lo haré si tú no lo haces. En realidad, creo que es mejor que pienses bien lo
que haces antes de que cometas otro error.
Lali miró a Julia , que tenía un gesto más serio ahora.
—Yo no considero un error a Agustin, Julia , si eso es lo que quieres decir.
Julia se apoyó en la encimera.
—Por supuesto que no lo es. Es un envío del cielo. Pero tener una relación con
Peter sí lo sería. No se va a quedar, Lali. Recuérdalo.
No hacía falta que se lo recordasen. Ella no pensaba en otra cosa.
Pero no podía decirle a Julia que su intención era hacer el amor con Peter para
quitárselo de la cabeza.
—Por cierto, han llamado del campamento.
Lali sintió pánico.
—¿Qué sucede?
—Nada. Han llamado para recordarte que el sábado es el día de los padres.
Tienes que estar allí a las ocho y media de la mañana.
Lali se sintió aliviada. Tomó un sorbo de agua y tiró el resto en el fregadero.
—Sabía que era este fin de semana. Pero no recordaba que fuese tan temprano.
Puedo pedirle a Peter que dé agua y comida a los caballos...
Julia dejó el trapo de cocina a un lado y dijo:
—Yo daré de comer a los caballos. Peter debería ir contigo.
Lali volvió a sentir pánico.
—No puedo hacer eso, Julia. Agustin podría hacer preguntas. Es mejor que no
sufra ningún estrés mientras está fuera.
—¿Y cuándo vas a decírselo, Andi?
No lo había pensado. Lo único que sabía era que no quería confesarle algo tan
importante a Chance en un momento en que su hijo daba un paso hacia su
independencia.
—No sé cuándo se lo diré. Supongo que pronto. Antes de que se marche .
Julia suspiró.
—Es decisión tuya, pero yo sigo pensando que Peter debería ir.
—¿Adónde quieres que vaya? —la voz de Peter la sobresaltó.
Ahora no le quedaba más alternativa que proponérselo.
Lali dejó de sonreír cuando vio su torso desnudo, sus músculos cubiertos de
vello en el pecho.
En el granero había intentado no mirarlo en detalle. Pero ahora no podía
ignorarlo.
—En realidad, no tiene gran importancia. El campamento organiza un día para que
vayan los padres. Es el sábado.
—¿Un día para los padres?
—Ya sabes: juegos, barbacoa, ese tipo de cosas. Un aburrimiento.
Sobre todo para Peter , que se pasaría los días en un palacio, rodeado de oro y
fruta. Lali casi se rió al imaginarlo.
—Me gustaría mucho ir.
—¿Sí?
—Sí. Me dará la oportunidad de pasar más tiempo con mi hijo.
—Lo que había pensado yo —dijo Julia.
Lali estuvo a punto de decirle a su tía que nadie le había pedido su opinión, pero
se contuvo.
—No sé si es buena idea. Agustin se preguntará por qué vas tú.
—Puedes decirle que soy un amigo —dijo él—. No quiero forzarte a que digas
nada más, si eso te preocupa —continuó, con tono de sentirse herido y enfadado.
Era cierto que Peter no había tenido la oportunidad de conocer a su hijo. Pero
había sido culpa suya.
No obstante, debía pensar en el niño.
—Lo pensaré —dijo por fin.
Julia se marchó al vestíbulo.
—Os dejo solos para que lo habléis. Voy al porche a pelar habas —dijo antes de
salir.

sábado, 3 de agosto de 2013

Capitulo 20. "Antes" - Casi Angeles 3° Temporada

Mar se desmaya luego de haber visto la tarjeta de bautismo del hijo de Jazmín y Thiago. La llevan a enfermería y la despiertan pero Mar decide no contar nada sobre lo que viera.
Esperanza organiza una clase de relajación en la pileta y coloca un líquido en el agua que supuestamente es para ayudar a la relajación. Sin embargo, no sabe que acaba de colocar por error el éter que usara Paz para despertar a Mar.
El éter actúa rápidamente en todos los que están en la pileta... comienzan a sentir una desinhibición fuerte de sus sentidos!
Los padres de Pedro y Luna caen al Mandalay para llevarse a sus hijos, pero Pedro se escapa y Luna intenta convencerlos de que es un lugar maravilloso...
Los efectos del éter provocan un caos de exceso de sinceridad y coqueteo entre todos los chicos.....Luca no aguanta y confiesa su amor a Jaz y Hope con efectos del éter besa a Rama.
Mar todavía mal y triste por la invitación del bautismo, decide decirle a Thiago que la relación no da para más y lo deja con gran dolor...




OFF

-Mar-


Antes había una fuente. De perna que soy me caí y él me rescató. Ahí nos conocimos. Antes yo era una nena asustada y peleadora. El me trató como una princesa, me dio cosas con las que nunca había soñado. Antes él era un nene bien, vivía en una burbuja, yo le abrí los ojos, y él me enseñó a amar. Antes él se equivocó y me rompió el corazón. Yo me equivoqué y le rompí el corazón. Antes había un carromato, en ese carromato nos perdonamos y nos comprometimos. Antes no sabía lo que era el amor, y ahora no puedo vivir sin él. 
Si uno sabe la que se viene y la puede evitar, mejor ¿no? Si sabes de antemano que el bondi al que te subiste va a chocar ¿te subís? 
Si sabés que se viene un huracán ¿no te escondés veinte metros bajo tierra para evitarlo?
Cuando uno ve venir el kilombo tiene dos alternativas. Ir y ponerle el pecho, jugarse, o retirarse de un round que uno ya sabe desde antes que va a perder por knock out.
Si sabés que te van a atacar mejor atacar antes ¿no? El que pega primero pega dos veces.
Si ves venir la piña, mejor anticiparse ¿no?
Si sabes que te quieren meter en cana ¿No es mejor escapar? ¿No dicen que si rajas servís para otra guerra?
Si sabés que te van a cortar el rostro, mejor ni tirarse a la pileta ¿no? Si sabés que te van a decir que no, ¿para qué preguntar?
Pero ¿y si te equivocas y te retiras de la cancha pero tenías muchas chances para ganar? ¿Y si atacas antes de que te ataquen pero en realidad nadie te iba a atacar? ¿Si te escapas de gusto porque nadie te iba a encerrar en ningún lado? ¿Y si vos decís que no antes de que te corten el rostro pero en realidad el otro quería decir si? ¿Y si dejas antes de que te dejen para no sufrir? Y resulta que no te iban a dejar.
Cuando me la veo venir, cuando siento que se viene la guillotina, yo no soy de las que pone la cara para el cachetazo. Es muy cobarde, ya sé. Pero es tan grande el dolor cuando te dejan que mejor dejar antes de ser dejado.




Videos y Fotos


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Capitulo 19. "Retro Hits" - Casi Angeles 3° Temporada

Juan Cruz retoma control sobre Caridad antes de que ella pueda advertir a Paz sobre lo que está pasando y Alsina miente que robó el artefacto que traía, para evitar que Juan Cruz lastime a los chicos con el mismo.
Jazmín vuelve a tener visiones pero se niega a contar lo que vio. Por su parte, Simón encuentra cajas con información de la vida de todos en los últimos 22 años y descubre que se hizo solista.
Esperanza esconde las cajas antes que los chicos puedan abrirlas, y les advierte que no vean ese material porque pueden provocar una paradoja temporal. Sin embargo, Lleca se las roba, y aunque Esperanza las recupera antes de que las vean, Mar se guarda un sobre cerrado que cayó de su caja.
Mientras tanto, Caridad (Juan Cruz) habla con su misterioso infiltrado en Mandalay para que prosigan con el plan.
Thiago y Mar deciden tomarse un tiempo y quedan en buenos términos. Mar, instigada por Caridad (Juan Cruz), lee el contenido del sobre que cayera de la caja y se lleva una sorpresa....










OFF

-Lleca-
Antes era distinto, era todo liso, la cancha no estaba tan embarrada como ahora. Antes se podía confiar en la gente. Antes hasta se podía soñar con hacer un gol desde media cancha papá. Ahora las cosas están fuleras ¿quien no quiere volver al pasado? antes las cosas estaban tan bien. Para los amantes del pasado acá tienen un programa retro “Retro hits”. Las cosas que quería hacer, mis sueños, todo lo tengo en el pasado, acá en el futuro estoy perdido. Todas mi anécdotas, mis historias buenas y malas están en el pasado, acá soy un don nadie. Yo nunca fui así de ponerme triste pero ahora no puedo dejar de pensar en el pasado, todas las cosas que quería y no fueron. El pasado es un lugar conocido, es como volver a casa, el futuro está lleno de preguntas y dudas. El pasado te pega mal, pero uno siempre quiere volver, por algo será. Yo sé que no hay que vivir colgado del pasado, pero a nosotros nos canutaron del pasado, yo tenía todo y del golpe nada. 
Volvió dj lleca. Si, para ustedes que sueñan con revivir algo del pasado y necesitan sentir que nada cambio y el presente nos diga lo contrario, y ojo no aflojen porque el pasado está, es nuestro y nadie va a borrar nuestros recuerdos.


FOTOS Y VIDEOS 



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