miércoles, 30 de octubre de 2013

VOLVI

tube un monton de pruebas y trabajos haci que me fue inposible subir perdon

Capitulo 21. "Que Si, Que No" - Casi Angeles - 3° Temporada

Paz convence a Camilo de cerrar la pileta para evitar que los chicos sigan sufriendo los efectos del éter pero Nacho, Tacho y Lleca organizan una fiesta a la que asisten varios de los chicos y chicas!
Mar sigue triste y acusa a Jazmín de estar embarazada de Thiago, los chicos las escuchan y se escandalizan.
Pedro convence a Luca de robar la “telaraña” para Teo y así poder ingresar a “Cielo Abierto”.
Juan hace una devolución fulminante del guión de Valeria y le dice que él le enseñará a “transformarse” en escritora... Por su parte, Tacho y Melody, angustiados por sus fallidas relaciones, toman unas copas de más y se besan...
Finalmente Thiago habla con Mar. Él no entiende la razón de sus dudas, pero le propone pasar una noche juntos para demostrarle cuánto la ama....






  



OFF

Valeria: 
Todo el tiempo estamos entre el sí y el no. Elegir entre sí y no tal vez sea la decisión más difícil de tomar. Hay veces en que la diferencia entre decir sí o decir no puede ser determinante, puede cambiar tu vida para siempre. El no ya lo tengo, dice alguien para darse coraje, porque el “no” es lo que nos rige; decimos que no a todo, todo el tiempo. Pero a veces, decimos algunos sí; a veces decimos “sí” sin medir las consecuencias, y ese sí cambia todo. De una chica rapidita decimos que tiene el sí fácil, pero no se trata de eso la vida? ¿De decir sí, de avanzar, de vivir? El sí nos compromete, y nos desnuda; el sí expone nuestros deseos, el sí señala que algo nos falta. Una vez más estamos ante esa decisión; que todo siga siendo no, o animarse al sí y zambullirnos en la vida, esa vida que vivimos deteniendo todo el tiempo con el no.


FOTOS Y VIDEOS 

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CAPITULO 21





—¿Has cambiado de idea de repente? —preguntó.
—Casi pierdo la cabeza. Se nos olvida algo. Por más que ame a Agustin, no creo
que sea buena idea darle un hermano.
Peter se tumbó, y maldijo su estupidez.
¿Cómo podía ser tan descuidado otra vez?
—Yo me ocuparé de ello —susurró ella.
Enseguida sintió el contacto del preservativo.
Peter la miró después. Ella estaba esperando que él diera el siguiente paso. Y no la
decepcionaría.
Cuando Peter  la volvió a tomar en sus brazos, Lali sintió la excitación de la
anticipación del placer.
Él rodó con ella y la puso debajo. Abrió sus muslos con una pierna, y la penetró
con un movimiento fácil. Ella tuvo un fuerte sentimiento de volver a estar donde debía,
tan cerca de aquel hombre al que había tenido siempre dentro de ella, de su corazón.
Él se volvió a mover y entró más profundamente en Lali. Ella gimió.
Peter se detuvo.
—¿Te he hecho daño?
—En absoluto.
—Bien. Te siento más de lo que recordaba —dijo él.
—Lo mismo digo —dijo ella con voz entrecortada por el placer.
Luego alzó las caderas para sentirlo más. Él se movió con ritmo regular, y ella
trató de memorizar cada momento de placer. Sam intentaba controlar el placer para
prolongarlo.
Ella sintió ganas de llorar de emoción.
—Ven conmigo —dijo Peter.
Y la puso encima de él, montándolo. Se miraron a los ojos.
Nunca se había imaginado que volvería a experimentar aquello, que Peter iba a
hacerle el amor otra vez, que la acariciaría por dentro y por fuera, y que la llevaría
nuevamente a la cima más alta cuando aceleró el ritmo.
Ella se aferró a sus sólidos hombros. Él le susurró algo al oído en inglés y en
árabe. Y con un empuje final, pronunció su nombre repetidamente y se derrumbó.
Los sonidos de la noche que los acompañaban parecieron detenerse, o eran
imaginaciones de Lali. Pero no había imaginado a Peter, el poder de su cuerpo, la
suavidad de su tacto, el modo en que le había hecho el amor, como si ella significase
algo para él.
Ella se giró y se puso boca arriba, separándose de él. Tenía que pensar, tenía que
impedir dejarse llevar por las emociones.
¿Cómo había podido ser tan idiota? ¿Cómo se había podido imaginar que haciendo
el amor con él podría borrarlo de su corazón? ¿Cómo se le había ocurrido que si lo
dejaba entrar en su cuerpo iba a conseguir sacarlo de su corazón, cuando con ello no
hacía más que perpetuarle en él?
—¿Te he decepcionado, Lali?
Ella lo miró y le sonrió.
—No. En absoluto.
—Tal vez quieras las estrellas otra vez.
Lali suspiró.
—Ya no, Peter.
—¿Ya no tienes sueños?
Claro que los tenía, sólo que no quería creer lo que nunca podría ser.
—Quiero ser la mejor entrenadora de caballos de carreras.
—¿Como tu padre?
—Papá era bueno en lo que hacía, pero nunca aspiró a ser el mejor —contestó
Lali.
—La gente sabrá que eres la mejor.
Lali se rió sin ganas.
—Si tú lo dices...
—Así será si me dejas intervenir.
Lali lo miró con una chispa de orgullo y de enfado a la vez.
—Puedo hacerlo sola, Peter. Tengo que hacerme un nombre por mí misma. Es el
único modo en que me lo ganaré.
—¿Y no aceptarás mi ayuda?
—Ya has hecho suficiente dejando que entrene a tu yegua.
—Será tuya cuando me marche, Lali.
Al parecer, ese era el premio de consolación, pensó ella.
—No es necesario que lo hagas.
—Ya lo he hecho, y me ocuparé, pagando todos los gastos, para que compita
cuando te parezca que esté preparada.
—Si insistes en que se quede aquí, a mí me gustaría que fuera de Chance.
—Como quieras.
Lali se incorporó y se vistió antes de que hiciera algo estúpido, como rogarle
que se quedase.
—¿Adónde vas?
—Supongo que Julia debe estar preguntándose dónde estamos.
—Me imagino que ya estará acostada, por la hora que es.
Lali se puso de pie. Peter seguía allí, desnudo, su piel oscura contrastando con la
manta azul clara. Era una imagen tentadora. Pero era mejor que se marchase para
poner un poco de distancia.
Lali se agachó y le dio los shorts.
—Póngase esto, Alteza. A Julia no creo que le gusten los hombres desnudos en la
cocina.
La sonrisa de Peter pareció encender la noche.
—¿Y cómo sabes que no ha tenido a ningún hombre desnudo en la cocina?
—¡Oh! ¡Déjate de tonterías! Supongo que ya sabes que Julia y Barto finalmente
van a casarse.
—Pues no.
A Lali le extrañó. Julia había estado muy abierta desde que había aparecido
Peter.
—Bueno, van a casarse dentro de pocas semanas —suspiró—. No puedo ni
imaginarme a Julia fuera de la granja.
—¿No van a vivir aquí?
—Quieren viajar por el país.
—Vas a echarla mucho de menos.
—Por supuesto. Y Chance también. Pero nos arreglaremos.
A Lali le costaría aceptar otra pérdida, sobre todo después de la marcha de
Peter.
—Quizás prefieras que te hable de cosas más gratas —dijo él, leyendo sus
pensamientos.
Peter tiró de Lali y ella se sorprendió al sentir que estaba excitado. Le gustó,
porque estaba deseosa de olvidar las tristezas en sus brazos.
—¿No vas a hacerme cosquillas, verdad?
—No como te imaginas. Pero te aseguro que voy a ver el modo de hacerte sentir
mejor.
Peter le besó el cuello.
—No todos los días se encuentra una a un buen príncipe —dijo ella, mareada en
sus brazos—. O tal vez no sea tan bueno...
—Vamos a averiguarlo.
Otra vez, la ropa de Lali terminó tirada en la hierba. Y al poco rato, Peter la hizo
gemir y suspirar.
Nunca sería suficiente.


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