jueves, 14 de noviembre de 2013

VIDAS CRUZADAS - CAPITULO 1

Cuenta Peter:

Xxx: Rochi apúrate que llegamos tarde (Grito)
Rochi: Ya voy ya voy mamerto (Grita)
Peter: Dale que tenemos que hacer la coreo de principio de año (Dijo ansioso) 
Rochi: Si ya ye, y también una cada grupo, no me olvide 

Y así es como comienzan los días con mi hermanita, nuestros padres son los dueños del instituto pero nosotros vivimos en un departamento solos. Lo que pasa, es que es el primer día de clases, y como era tal empezamos todos los de nuestro año bailando y cantando una canción, este año nos toca "A ver su pueden" y con los chicos de mi grupo, aparte vamos a cantar el tema "Por tu carita pintada".
Cuando llegamos al instituto estaban todos los de mi grupo me fui con ellos.

Cuenta Lali:

Xxx: ¿Hermanita estas lista? (Grita)
Lali: Si, Gas ya bajo (Bajando)
Gas: Acá estas hermosa princesa (Abrazándola)  
Nico.v: Chicos a desayunar (Dijo desde la cocina) 
LyG: Ya va

Nosotros somos la única familia que conozco que empieza bien la mañana. Estábamos ansiosos íbamos a ver a todos de nuevo y encima es la canción para cada grupo con las chicas acordamos cantar "Ruleta". Desayunamos y fuimos al instituto y estaban todas las chicas me fui con ellas y como ya estábamos todos empeso la música. 

  

Lali y Euge, Rochi : Ya me cansé ya no va más, 
quiero ser libre y volar. 
Poder sentirme en libertad busco otro fuego, 
otro mundo probar. 



Todos:Dale vos andá, 
vamos a bailar, 
vamos juntos hasta el final. 



Peter y Nico, Gas : Si me buscás, 
yo estoy acá. 
Chiquita brava te animás vení conmigo



acá esta lo que buscás. 



Todos: Dale vos andá, 
vamos a bailar, 
vamos juntos hasta el final. 



A ver si pueden, 
a ver si hoy van por más. 
A ver que pasa, a ver que siente si se animarán. 
A ver si pueden, 
a ver si hoy van por más. 
A ver que pasa, a ver que siente si se animarán. 



Cande y Mery: Ya me cansé ya no va más, 
quiero ser libre y volar. 



Pablo y Vico: 
Chiquita brava te animás vení conmigo, 
acá esta lo que buscás. 



Todos: Dale vos andá, 
vamos a bailar, 
vamos juntos hasta el final. 



A ver si pueden, 
a ver si hoy van por más. 
A ver que pasa, a ver que siente si se animarán. 
A ver si pueden, 
a ver si hoy van por más. 
A ver que pasa, a ver que siente si se animarán. 



Peter y Nico, Gas: 
Vení, me ipnotizo,con su cuerpo tan bonito 
y caprichosa en mis brazos yo te sueño. 



Lali y Euge, Rochi:
Ni pienses en tenerme, me perdiste y ya no vuelvo 
aunque pidas mil perdones, nene ya estás muerto. 


Peter y Nico, Gas:  

Si te morís por mis besos. 



Lali y Euge, Rochi: 
Nada me hace más gracia que eso. 



Todos:A ver si pueden, 
a ver si hoy van por más. 
A ver que pasa, a ver que siente si se animarán. 
A ver si pueden, 
a ver si hoy van por más. 
A ver que pasa, a ver que siente si se animarán.


ASÍ ESTABAN VERTIDOS.





CAPITULO 26


—¿Dónde diablos se han metido? —preguntó Lali, yendo de un lado a otro de la
cocina.
El reloj de la cocina marcaba la tres de la tarde. Peter y Agustin deberían de
haber vuelto del campamento hacía tiempo.
—Tal vez hayan parado a almorzar en algún sitio —dijo Julia, sirviendo un vaso de
té helado para Barto y otro para ella.
—Les he preparado el almuerzo en un paquete. Quería estar segura de que
Agustin comía los alimentos adecuados.
—Entonces, deben de haber parado a hacer un picnic —dijo Barto—. Peter parece
una persona bastante responsable.
Lali se dio la vuelta y los miró:
—Sí, Peter parece responsable, pero no sé si lo conocemos tan bien.
Julia frunció el ceño.
—Lali, estás diciendo tonterías. Estamos hablando de Peter, el chico que vivió
prácticamente cuatro años con nosotros. El mismo que ha estado trabajando en el
granero en estas últimas dos semanas, como un peón.
—Está cambiado, Julia. No es el mismo. ¿Y si le ha dado por ir al aeropuerto y
marcharse directamente desde allí? ¿Y si se lleva a Agustin a su país?
Julia se levantó de la mesa de la cocina y sujetó a Lali por ambos brazos.
—¿Qué estás diciendo, Lali? No tiene sentido. Peter ha prometido que no hará
algo así.
—Prometió muchas cosas, Julia, y no cumplió esas promesas. ¿Cómo quieres que
me convenza de que no lo volverá a hacer?
Julia achicó los ojos y estudió a Lali.
—Confía en tu corazón, Lali.
Lali no se atrevía a hacer eso. Lo había hecho y se le había roto el corazón.
El teléfono la sobresaltó. Se apartó de Julia y descolgó al segundo timbre.
—¿Sí?
—¿Podría hablar con la señora Lali Esposito, por favor? —dijo una voz
femenina.
Lali suspiró.
—Depende de quién sea usted.
—Soy la señorita Murphy, del hospital de Lexington. La llamo por su hijo.
Lali sintió pánico.
—¿Ha habido un accidente?
Julia se acercó rápidamente a Lali.
—No, un accidente, no. Un tal señor Lanzani ha traído a Agustin al hospital. El nivel
de azúcar del niño está bajo.
—¿Se encuentra bien?
—Lo están examinando ahora. El señor Lanzani me ha pedido que la llamase para
informarle de lo ocurrido.
—Voy para allá —Lali colgó sin decir adiós.
Agarró las llaves colgadas al lado de la puerta de atrás y gritó a Julia mientras
salía:
—Agustin está en el hospital.
—Déjame que te lleve yo, Lali—dijo Julia mientras Lali atravesaba el jardín,
hacia la camioneta.
—Te llamaré.
—¿Lali, estás segura?
—Estoy bien.
Lali recorrió la distancia de cincuenta kilómetros en un tiempo récord.
Entró en la sala de urgencias haciendo preguntas a todo el mundo. Finalmente,
una enfermera la llevó a un cubículo separado por una cortina, al final de un corredor.
Entró y se encontró con una escena que la estremeció.
En medio de aquel ambiente aséptico, Peter estaba echado en una pequeña cama
de hospital, al lado de Agustin. El niño estaba acurrucado a su lado y con la cara
apoyada en su sólido pecho.
Lali se sofocó un gemido al ver que un tubo llegaba hasta el bracito de Agustin.
Pero no pudo reprimir la emoción al verlos tan naturalmente unidos. Un hombre
hermoso rodeando protectoramente a un niño igualmente hermoso mientras dormían.
El mismo pelo, las mismas pestañas. Era un cuadro de paz que contrastaba con lo que
los rodeaba.
Cuando Lali dio un paso hacia adelante, Peter abrió los ojos y sonrió. Suavemente
quitó el brazo de debajo de Agustin y se levantó de la cama sin molestar a su hijo.
Hizo señas a Lali de que saliera. Ella se debatió entre las ganas de abrazar a su
hijo y escuchar lo que Peter iba a contarle.
—¿Qué sucedió? —preguntó, preocupada.
Peter se pasó una mano por la mejilla.
—Durante el viaje a casa se puso muy pálido. Le ofrecí zumo, como me dijiste,
pero no lo quiso. Luego empezó a sudar y empezó a tener la respiración agitada.
Estábamos cerca de Lexington, así que le dije a Rashid que nos trajese aquí. No sabía
qué otra cosa hacer.
—Hiciste bien, Peter.
—Nunca tuve tanto miedo, Lali. Pero esto me aterró —dijo desviando la
mirada—. Ahora me doy cuenta de lo que habrás pasado con esta enfermedad.
—De lo que ha pasado Agustin—lo corrigió Lali.
—Es algo con lo que aprendes a convivir como madre de un niño enfermo. El amor
por él es lo que me ha guiado.
—Creo que apenas estoy empezando a comprender lo que es eso.
Lali se reprimió la emoción que le producía el dolor de Peter.
—¿Lo ha visto el médico?
—Sí, hace unos minutos. Dice que su nivel de azúcar es estable, pero que
prefiere que se quede unas horas para estar seguro.
Lali suspiró, aliviada.
—Es un procedimiento rutinario —dijo.
—¿O sea que ha sufrido esto alguna vez?
—Sí. Varias veces, al principio. Pero ahora hacía tiempo que no le ocurría.
—El médico dice que tal vez haya sido el cansancio de Agustin lo que le produjo
este episodio.
—No debería de haberlo dejado ir al campamento —se lamentó Lali.
Peter la agarró del brazo y la llevó hasta la pared que había en el lado opuesto al
cubículo.
—No te culpes, Lali. Agustin me ha contado cuánto ha disfrutado en el
campamento. No había razón para que tú supieras que pasaría esto.
Lali miró en dirección a la cortina entreabierta para ver si Agustin seguía
dormido.
—Debería de haberlo sabido.
Peter le quitó un mechón de la cara, húmedo de las lágrimas que había reprimido
en su viaje a Lexington.
—El médico ha dicho también que deberías pensar en conectarle a Agustin una
bomba medicinal en lugar de ponerse inyecciones.
—Siempre he querido hacerlo —dijo Lali—. Pero es muy caro. He estado
intentando ahorrar para cubrir la parte que no paga el seguro.
—Yo me ocuparé de ello —insistió Peter—. No te preocupes por el dinero.
—¿Le has dicho a Agustin que eres su padre? —preguntó, horrorizada.
—Se lo he dicho al médico, pero Agustin no me ha oído, si eso te preocupa.
Lali se sintió muy egoísta de cuestionarle aquello en aquel momento.
—No estaba preocupada, exactamente. Sólo que no me gustaría que Agustin se
enterase de algo tan importante estando enfermo.
—Yo no le he dicho nada, aunque me ha hecho muchas preguntas durante el viaje.
—¿Qué preguntas?
—Quería saber si yo conocía a su padre. Le he dicho que sí, pero que no mucho.
Lo que es verdad, Lali. Me doy cuenta de que no me conozco nada.
Lali le puso la mano en el brazo.
—Yo te conozco, Peter. Eres un buen hombre. Un buen padre.
Él la miró intensamente.
—¿Eso crees? Soy un padre que tiene que dejar a su hijo. No hay nada de bueno
en eso.
—Disfruta del tiempo que te queda con él, para que pueda conocerte como su
padre.
—Tal vez sea mejor que no lo sepa nunca.
66