martes, 7 de enero de 2014

CAPITULO 1 - UNPOH


−Sí. Entiendo lo que quieres de mí. - Mariana Esposito trató de calmar sus manos temblorosas y de algún modo convencerse de que estaba haciendo lo correcto. Lo únicoque podía hacer, si la verdad fuera dicha.
−¿Tienes experiencia?
−En realidad no

.La expresión aburrida del hombrecillo se transformó en una de gran interés porsus palabras nerviosas. La miró de nuevo, con el tipo de lujuria una vez más que lasmujeres habían estado soportando durante generaciones.

No importa cuántas veces un hombre la había mirado de esa manera, siempre leponía la piel de gallina.

En este planeta, todos la miraban de esa manera.

−Define “en realidad no”, - dijo con un acento de esperanza en su voz.
−¿Virgen?

Negó con la cabeza, y el interés del hombrecillo pareció desvanecerse.

Sus ojos la miraron una vez más de manera aburrida, y su voz volvió a su tonoarrogante una vez más.

−Estupendo. - La forma en que dijo el término dejó en claro que significabaexactamente lo contrario. - ¿Cómo dijo que se llamaba?
−Mariana, - logró decir a la fuerza a través de un nudo en su garganta.

Echó un vistazo alrededor de la pequeña habitación mientras varias mujeres endiversos grados de desnudez se arremolinaban, preparándose para un gran rendimiento.

−Bien, Mariana. - Dijo la palabra como si fuera un insulto. - Te probaré esta noche, y te daré un contrato a largo plazo. Jódela, y te venderé a cualquier precio que pueda conseguir. - Mariana trató de contener las lágrimas que amenazaban con caer. Nisiquiera estaría en este planeta de mierda si no hubiera confiado en el hombreequivocado. El suave hijo de perra la había mantenido en vilo con promesas de amor y felices para siempre, pero una vez fuera de las regiones de espacio controlado por la Tierra, se había limitado a arrojarla al planeta más cercano.

Así que ahora se encontraba tratando desesperadamente de obtener créditossuficientes para llegar a casa. El planeta era una colonia minera en su mayoría humana,pero los varones superaban en número a las hembras alrededor de 300 a 1.

Con tantos hombres solteros en el planeta, no era una gran hazaña saber lo que este pequeño hombre esperaba. Irónicamente, las pocas mujeres con las que había tenido la oportunidad de hablar le habían dicho que este tipo cuidaba a sus chicas bien

Se restregó el punto en la parte superior del brazo que aún hormigueaba. Si hubiera sabido que la inyección anticonceptiva que le había dado tenía una mortalidad del veinticinco por ciento, podría haberlo reconsiderado, pero no había comido en tres días, y sus decisiones eran cada vez más y más desesperadas. Por suerte para ella, noparecía ser la una de cada cuatro que moría por la idea de su chulo de la medicina preventiva.

−Agustina, - dijo él por encima de su hombro, - consíguele un traje.
−Ella estará bailando toda la noche en el poste. - Agustina sonrió y rápidamente le dio un trozo pequeño de material que parecía nada más que un manojo de cuerdas, un grupo muy pequeño de cuerdas. Su chulo le dio una última mirada evaluándola.
−No lo jodas, - fue lo único que dijo él mientras se alejaba.

Agustina le tocó el brazo, y Mariana casi saltó de la habitación. La mujer la miró con preocupación en sus ojos, y Mariana quiso comenzar a llorar de nuevo,simplemente porque era la primera mirada amable que había recibido desde que fue arrojada sobre este planeta olvidado de Dios.

−Preciosidad, - dijo Agustina mientras lentamente miró a Mariana arriba y abajo, -todas hemos estado donde tú estás ahora. Necesitas relajarte o realmente vas a joderla.- Mariana asintió tímidamente. - ¿Cuándo fue la última vez que comiste?

La vergüenza calentó sus mejillas y Agustina pareció leer la respuesta en su cara.

−Tanto tiempo, ¿eh? Belén, puedes conseguirle a... ¿Cómo te llamas, cariño?
−Mariana, - acertó a susurrar.
−Consíguele a Mariana un plato de comida, por favor. No puede ser que se caigafuera del escenario por agotamiento.

Mariana se agitó, incapaz de estar quieta. - Uhm... gracias, acertó a balbucear,completamente avergonzada por su situación.

−No hay problema, preciosidad, - dijo Agustina mientras limpiaba una lágrima dela mejilla de Mariana. - Somos chicas tenemos que mantenernos unidas. Sólo recuerda,cuanto mejor bailes, más clientes atraerás y más rápido ganarás el dinero suficientepara volver a casa.

Mariana no había explicado su situación a nadie, pero la mirada de Agustina sugirió que se trataba de una historia común en estos lugares. Con la mezcla desigual de sexos, sólo había una forma de trabajo para la mujer, y era lo único que Mariana no había planeado.

Y según el tipo que la había abandonado aquí, la cosa estaba realmente mal