lunes, 6 de enero de 2014

CAPITULO 1 - HOS



10 DE OCTUBRE DE 1890

Mariana Esposito aseguro la mano de su hermano ,Cris con un apretón. La sombría calle del centro de  Londres estaba atestada de transeúntes. Un estrechamiento amargo del aire frió y húmedo soplaba a través de su abrigo desgastado. Debido a las nubes pesadas, casi parecía una sombra.

-Voy a estar bien - Le repitió Cris.

Sus hombros estaban tensos de preocupación. Desde la semana pasada, cuando un hombre había golpeado a su hermano mas joven y dicho que buscara un empleo en el reformatorio, no estaba ansiosa por estar de acuerdo con dejarlo ser. Había intervenido agarrando el paraguas y dándole un golpe en la espalda del hombre, pero temía no alcanzarlo a tiempo. ¿Y si alguien lo lastimara nuevamente? ¿Pero, y si esta ves es mas grande que el anterior? Ella era la mayor, tenia vente años y no podría mantener a sus hermanos mas jóvenes. Algo pequeño, simple que había procurado recoger un flujo de ingresos para alimentar y abrigara sus hermanos y a si misma. Hacia días que solo comían nada mas que un pan viejo. Sin embargo, nada de eso importaba, necesitaba estar fuerte para garantizar la seguridad de Cris.

-Lo se porque no dejare que nada te pase.

Esa fue una promesa que no quería romper. Ni a su padre, a quien había jurado en su lecho de muerte. Ni a dios, a quien rezo proteger a Leon y Cris. Ni para si misma, Cris era el mas pequeño y, señores y señoras ahorraría una moneda para su desempeño de su vos de soprano. Su tono era como el de serafín. Por lo menos la lleva al cielo, siempre que lo escucha cantar. Era una bendición que el debería estar usando en una escuela coral, pero ese era otro elemento que ella no conseguiría mantener.

Cris le sonrió. Ella corrió para esconderse en el edificio, a no mas de algunos metros de distancia, de modo que pudiera alcanzarlo rápido.

Su hermano empezó a cantar y los transeúntes sonreían. El sol brillaba a través de las nubes gruesas solo para el. El bailo junto con una melodía u la multitud párese satisfecha. Cuando termino la canción, una seño bien vertida con un abrigo rojo se aproximo y le dio algunos centavos.

No se atrevieron a ser codiciosos. Salio por la parte de atrás del grupo reunido. Escucho el silbido de un guardia. Todavía esperaba encontrar uno o una con inteligencia, a pesar de la esperanza de que aplicara la ley.

El hombre uniformado agarro a Cris por el cuello y lo levanto.

Ella corrió hacia ellos.

-Por favor, señor, es un niño.

El saco el dinero de las mano de su hermano. Cris se preparo para luchas de nuevo. Sin embargo, cuando su hermano vio su mirada en su rostro, apretó sus labios bien serrados y cruzo los brazos sobre el pecho.

-¿Esta chusma de aquí es su responsabilidad?

Los ojos redondos y grandes del hombre la observaban cuando lanzo a su hermano. Cris se modio para el lado de ella y apretó su falda.

-Si, mi señor - Retrocedió, empujándolo detrás de la relativa seguridad de su falda.

El se lamió los labios mojandolos.

-Si me das un beso, le voy a dar al niño sus monedas- El se movió mas cerca. Cuando abrió la boca el olor punzante del licor estallo en su rostro. Ella se estremeció de asco. Si no cumpliera su pedido. no tendría dinero para darle al hombre de la pensión y los dejaría en la calle. Leon estaba en la cama con fiebre.

El la acorralo entre la pared y su cuerpo. Sus labios revestidos de saliva presionaron los de ella. Ella cerro los dientes en respuesta.

Con una sonrisa, el le entrego a Cris sus monedas.

-Si juegas a la chica buena, tengo mas en mi bolso- el llego a desabotonarse los pantalones - Labios como los tuyos pueden ser útiles. Dale un beso a mi polla.

La implicación no paso desapercibida para ella. Se retorció libre de su agarre húmedo, tomo la mano de Cris y corrió.

El guardia agarro su brazo.

-Volverás.

No si ella podía evitarlo.



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