domingo, 4 de agosto de 2013

CAPITULO 12

VOY A A SER OTRO MARATÓN ESTA VES TEMPRANO


Cuando Lali entró en la cocina sintió un frío recorriéndole la piel. Pero no era
por el aire acondicionado, ni por su piel mojada. Era debido a Peter.
Aún sentía la sensación de su lengua en sus pechos, sus manos en su trasero,
moldeándolo, su cuerpo apretado íntimamente contra el suyo. El sólo pensarlo la
estremecía.
Lali se envolvió con sus brazos. Se dio cuenta tarde de que su tía la había visto.
Julia agarró un trapo de cocina de la encimera y la miró de los pies a la cabeza.
—¿Me equivoco, o esa es la camisa que llevaba Peter esta mañana?
Lali se sintió como una colegiala sorprendida en una travesura.
—Se me ha mojado la camiseta con el cubo de agua. Peter me ha dejado su camisa
porque la mía estaba empapada.
Julia sonrió.
—¿Ya os habéis tenido que enfriar después de tres días?
—No te imagines cosas, Julia.
Julia le miró la boca y frunció el ceño.
—No son imaginaciones mías el ardor de tu cara, pequeña. Soy vieja, pero no
estúpida.
Lali abrió el armario y sacó un vaso. Sus manos temblaron mientras servía agua.
—No he dicho que seas estúpida. Sólo te digo que no te hagas suposiciones
equivocadas.
—No lo haré si tú no lo haces. En realidad, creo que es mejor que pienses bien lo
que haces antes de que cometas otro error.
Lali miró a Julia , que tenía un gesto más serio ahora.
—Yo no considero un error a Agustin, Julia , si eso es lo que quieres decir.
Julia se apoyó en la encimera.
—Por supuesto que no lo es. Es un envío del cielo. Pero tener una relación con
Peter sí lo sería. No se va a quedar, Lali. Recuérdalo.
No hacía falta que se lo recordasen. Ella no pensaba en otra cosa.
Pero no podía decirle a Julia que su intención era hacer el amor con Peter para
quitárselo de la cabeza.
—Por cierto, han llamado del campamento.
Lali sintió pánico.
—¿Qué sucede?
—Nada. Han llamado para recordarte que el sábado es el día de los padres.
Tienes que estar allí a las ocho y media de la mañana.
Lali se sintió aliviada. Tomó un sorbo de agua y tiró el resto en el fregadero.
—Sabía que era este fin de semana. Pero no recordaba que fuese tan temprano.
Puedo pedirle a Peter que dé agua y comida a los caballos...
Julia dejó el trapo de cocina a un lado y dijo:
—Yo daré de comer a los caballos. Peter debería ir contigo.
Lali volvió a sentir pánico.
—No puedo hacer eso, Julia. Agustin podría hacer preguntas. Es mejor que no
sufra ningún estrés mientras está fuera.
—¿Y cuándo vas a decírselo, Andi?
No lo había pensado. Lo único que sabía era que no quería confesarle algo tan
importante a Chance en un momento en que su hijo daba un paso hacia su
independencia.
—No sé cuándo se lo diré. Supongo que pronto. Antes de que se marche .
Julia suspiró.
—Es decisión tuya, pero yo sigo pensando que Peter debería ir.
—¿Adónde quieres que vaya? —la voz de Peter la sobresaltó.
Ahora no le quedaba más alternativa que proponérselo.
Lali dejó de sonreír cuando vio su torso desnudo, sus músculos cubiertos de
vello en el pecho.
En el granero había intentado no mirarlo en detalle. Pero ahora no podía
ignorarlo.
—En realidad, no tiene gran importancia. El campamento organiza un día para que
vayan los padres. Es el sábado.
—¿Un día para los padres?
—Ya sabes: juegos, barbacoa, ese tipo de cosas. Un aburrimiento.
Sobre todo para Peter , que se pasaría los días en un palacio, rodeado de oro y
fruta. Lali casi se rió al imaginarlo.
—Me gustaría mucho ir.
—¿Sí?
—Sí. Me dará la oportunidad de pasar más tiempo con mi hijo.
—Lo que había pensado yo —dijo Julia.
Lali estuvo a punto de decirle a su tía que nadie le había pedido su opinión, pero
se contuvo.
—No sé si es buena idea. Agustin se preguntará por qué vas tú.
—Puedes decirle que soy un amigo —dijo él—. No quiero forzarte a que digas
nada más, si eso te preocupa —continuó, con tono de sentirse herido y enfadado.
Era cierto que Peter no había tenido la oportunidad de conocer a su hijo. Pero
había sido culpa suya.
No obstante, debía pensar en el niño.
—Lo pensaré —dijo por fin.
Julia se marchó al vestíbulo.
—Os dejo solos para que lo habléis. Voy al porche a pelar habas —dijo antes de
salir.

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