sábado, 17 de agosto de 2013

CAPITULO 17

Peter miró a Lali por encima de la revista que había intentado leer durante el
viaje al campamento.
Afortunadamente, se había retirado pronto la noche anterior, sin volver a
mencionarle lo de hacer el amor. En aquel momento estaba sentada frente a él,
mirando por la ventanilla.
Era extraño su silencio.
—¿Tienes miedo de que nuestro hijo se haya olvidado de su madre?
—Por supuesto que no. ¿Por qué iba a pensar eso? —preguntó sorprendida.
—Pareces nerviosa.
—¿Y no te parece normal? Quiero decir, voy a llevarte al campamento. Aunque
Agustin no se dé cuenta de tu parecido con él, otra gente va a dar por hecho
automáticamente que eres su padre.
—No necesariamente.
—¡Oh! ¡Venga! Es igual a ti.
Peter se sintió orgulloso y sonrió.
—Tiene tu nariz.
Lali se tocó la nariz, como queriendo verificar ese hecho.
—Ahora sí. Pero es muy pequeño. Estoy segura de que tendrá tu nariz
aristocrática cuando sea adolescente.
—¿Y no te importa?
—Tu nariz está bien. Muy sofisticada.
—Me alegro de que te guste.
—Casi todo lo tuyo me gusta, las partes que se ven y que no se ven, por lo que
recuerdo. Porque hace mucho tiempo que las vi.
Peter se acomodó en el asiento y se reprimió las ganas de ofrecerle una
inspección.
Se alegró de que hasta entonces no hubieran usado la intimidad de la limusina.
Pero al volver...
—Parece que hemos llegado.
Lali salió enseguida de la limusina.
Peter se dio prisa, temiendo que lo dejara solo. No sabía cómo se manejaría con
las preguntas que pudieran surgir acerca de su relación con Agustin. Pero dejaría que
Lali manejara la situación.
Peter alcanzó a Lali cuando esta se detuvo delante de una cabaña de madera
donde había varios adultos.
—Hola, señora Esposito. Soy Rocio —la mujer extendió la mano para saludarla.
—Encantada de conocerte, Rocio —respondió Lali cortésmente.
—¿No me recuerda? Nos conocimos cuando vino a ver el campamento.
—Lo siento. Ha sido un viaje muy largo.
Rocio siguió hablando:
—Nos alegra de que haya podido venir hoy. Agustin está muy excitado. Es un niño
fantástico. Está encantado con el campamento.
—¿Dónde está? —Lali miró alrededor.
—En el comedor, terminando de desayunar. Vendrá enseguida —Rocio sonrió a
Peter—. Usted debe de ser el señor Esposito...
—Su nombre es señor Lanzani —agregó Lali rápidamente—. Amigo de la
familia.
La mujer pareció incómoda por su indiscreción.
—Bueno, lo siento. Es que como Agustin se parece tanto a usted...
Lali sonrió nerviosamente.
—Lo sé. ¿A que es gracioso?
Peter se sintió molesto.
—El padre de Agustin y yo somos del mismo país —explicó Peter,  mientras le daba
la mano a la mujer.
—Claro —dijo Rocio después de saludarlo.
—¡Mamá! ¡Has venido!
Agustin corrió hacia Lali y la abrazó. Ella lo alzó y lo abrazó.
—Te he echado de menos, cielo. ¿Te lo estás pasando bien?
—Sí. Mucho. Bájame, mamá, antes de que me vean los otros niños.
Lali lo bajó con pena, pero siguió con la mano en su hombro.
—Supongo que será mejor que tus compañeros no te vean en brazos de mamá...
—susurró Lali, con pena.
Agustin miró a Peter.
—¿Cómo no me has dicho que venía el príncipe?
Lali miró brevemente a Peter y luego contestó:
—Lo hemos decidido hace un par de días.
Peter extendió su mano.
—Espero que no te importe, Agustin.
Agustin mostró su aprobación con un movimiento de cabeza y un apretón de
manos.
—Claro. ¿Has traído el coche?
—Está en el aparcamiento.
Los ojos de Agustin se agrandaron, como los de Lali, pensó Peter.
—¿Puedo traer a mis amigos para que nos des una vuelta?
—Ahora no, corazón —dijo Lali—. Tal vez antes de que volvamos. Ahora
mismo vamos a tener que participar en los juegos.
Lali tomó la mano de Agustin y se dirigió adonde estaba el grupo de padres.
Peter se quedó allí, de pie, mirando a madre e hijo alejarse sin preocuparse por
haberlo dejado detrás. No le gustaba sentirse alguien de fuera, bienvenido sólo por su
coche, un símbolo de su riqueza, y no como a un miembro de aquella familia.
Tal vez fuera mejor no decirle nunca a Agustin que era su padre. Quizás debiera
irse y no volver a mirar atrás, sabiendo que sería lo mejor para todos, especialmente
para su hijo.
Pero era una elección difícil.
Entonces, de repente, Agustin soltó la mano de Lali y corrió hacia Peter. Se
limpió la suciedad de la suela de los zapatos y lo miró.
—¿Puedo pedirte algo?
—Claro.
—Es una especie de favor.
Peter se agachó a la altura de Agustin, y se ablandó internamente.
—Pídeme lo que quieras...
—¿Puedes hacer como que eres mi papá hoy?



CHICAS COMENTEN PORQUE NO ME SIENTO COMO SI NADIE LE GUSTE COMENTEN Y DEL SU OPINIÓN
A POR SIERTO QUIEREN UNA NOVELA DE VANMPIROS AMI ME ENCANTAN VARIAS PIENSEN Y COMENTEN  

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